Gabriela Vélez Tamariz se esfuerza por vivir la sencillez cotidiana pero no descuida la imagen protocolar indispensable, las obligaciones familiares ni la responsabilidad en las gestiones solidarias que le corresponden
El 29 de abril de 2001 Gabriela asistía en Madrid a un taller sobre la Comunidad Andina, parte de su formación académica, cuando vio a un compañero que pareció haberlo conocido y se le acercó a zafarse de la curiosidad: "Tú eres ecuatoriano y talvez de Cuenca".
En efecto, era otro joven ecuatoriano que fue al evento desde Sevilla, donde seguía un curso para graduarse de doctor en Jurisprudencia. El destino les había preparado el encuentro que acabaría en matrimonio exactamente cinco años después, cuando el 29 de abril de 2006 €“sin planificar la coincidente fecha- juraron unirse por el resto de la vida. Hoy el esposo, Paúl Granda López, es Alcalde de Cuenca.
El episodio rebasa lo anecdótico para adquirir la magnitud de una marca imprevista entre un antes y un después en la vida: "la amistad inicial creció a través del contacto por la internet, él en Sevilla, yo en Madrid, hasta convencernos de que habíamos nacido el uno para el otro", confiesa la joven madre de Emilio, el primogénito que empieza a revolotearlo todo con las travesuras propias de los dos años y ocho meses de edad.
De palabra fácil y amena, ella conversa suelta de reservas las experiencias de su infancia, su carrera de estudios, las campañas electorales y los ajetreos para apoyar las inquietudes políticas del marido que empezó con un grupo de amigos idealistas creando el movimiento Acuerdo Progresista que le llevaría a ser candidato a la Prefectura del Azuay, luego a una Concejalía municipal y al final a la Alcaldía de Cuenca.
"Desde la niñez me tocó respirar el ambiente político, con Rubén Vélez, mi padre, que entusiasmaba a la casa entera con las campañas que le hicieron concejal, vicealcalde de Cuenca y diputado", recuerda. Cuando ella era una jovencita de 15 años fue a vivir en Bogotá, sede del cargo en el que el padre ejerce como Secretario del Parlamento Andino.
La estancia en Bogotá fue decisiva en su formación. Graduada de bachiller en el Colegio La Candelaria, cursó Comunicación Social en la Universidad de La Sabana, un postgrado de Marqueting en la Universidad Javeriana y un masterado en Relaciones Públicas en la Universidad Externa. Su tesis sobre manejo de la información en medio de conflictos armados le permitió tratar con jefes militares regulares y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en un país obligado a amalgamar la alegría de las cumbias y vallenatos con la angustia de medio siglo de guerra interna.
Los estudios superiores le auspiciaron una pasantía en el diario español El País, donde se integró a un grupo de periodistas que cubrían el área internacional. Parte de su trabajo fue asistir a aquel taller de Madrid donde descubriera esa cara conocida con la que acabó por familiarizarse para siempre.
Pero entre aquel encontrón inesperado y el matrimonio hubo un largo trajinar de cada uno por su lado: de retorno a Bogotá, Gabriela trabajó en la Agencia EURO, una empresa de origen francés que le dio oportunidad de asistir seis meses a Washington para un curso de Inglés y vincularse como pasante en la Organización de Estados Americanos.
Su destino final fue Cuenca, donde el reencuentro con Paúl terminó aquel segundo 29 de abril, en 2006. Ella tenía entonces 28 y él 34 años. La carrera profesional y las experiencias de trabajo le han permitido mantener viva su especialidad: jefe de cuentas de la Agencia ELJ, del grupo empresarial Eljuri y también en la división de licores; en el hospital Santa Inés, el Banco del Austro, la Cervecería Nacional, la empresa Miotto y la sede local de la Universidad Panamericana de Cuenca.
"Mi mayor masterado fue promover la marca Alcalde en la campaña electoral de Paúl, que culminó con éxito, apoyada en el slogan Sabemos Hacerlo Bien, más vigente ahora en el ejercicio de las funciones", dice la profesional de Marketing que no oculta su pasión por los planes de la Ciudad del Saber y de las Ciencias, de la Educación, en las que están los ojos del Alcalde, "siempre bajo principios de transparencia, justicia, legalidad, con la mira final en el buen vivir colectivo".
Desde que en agosto del año pasado Paúl está frente a la Alcaldía de Cuenca, la rutina familiar sufrió alteraciones, pero ella hace lo posible para minimizar las consecuencias casa adentro: "Prefiero seguir siendo la mujer sencilla; soy la Gabriela de siempre y me gusta que me llamen por el nombre a que me digan primera dama de la ciudad o licenciada", afirma.
No obstante, su rol es importante frente a la responsabilidad de presidir los programas de Acción Social Municipal, con una visión empresarial, pero bajo criterios de solidaridad, por lo que da importancia al voluntariado para atender necesidades en las cárceles, orfanatos, organizaciones populares, centros de adicción, donde se brinda atención médica o se organizan eventos de recreación y planifican programas de autogestión. "En la Navidad no llevamos solo funditas de caramelos a escuelas rurales y zonas marginales, sino compartimos la comida y los shows artísticos de la misma manera que se hace con los niños de la ciudad", comenta la madre que lleva a todas partes a Emilio, el hijo al que enseña a compartir el tiempo y el recreo con niños de la ciudad o del campo.
Similar visión tiene frente a los torneos para elegir Reina de Cuenca, una gestión en la que se han involucrado siempre las esposas de los alcaldes: "El nuevo concepto es aprovechar del evento tradicional para impulsar acciones solidarias con proyectos de las fundaciones que auspician las candidaturas y que se los articula con instancias como el hospital de la Mujer y el Niño o de prevención del cáncer de mama o cuello uterino. El papel de FARMASOL €“cadena municipal de boticas populares- es importante dentro de los proyectos de Acción Social Municipal.
Ella quiere que su papel de esposa del Alcalde deje la huella de una joven €“la presidenta de menor edad desde la creación de Acción Social Municipal mediante ordenanza- que se ha esforzado por coordinar planes solidarios a favor de los sectores sociales más vulnerables y de riesgo, con los programas municipales de infraestructura y servicios públicos, propuestas de su esposo en beneficio de la comunidad, cuando recorrió la ciudad, las parroquias y los barrios, para pedir el apoyo electoral cuyo mandato tiene que cumplirlo.
De las aficiones e intimidades |
Una década de vivir en Colombia €“entre el fin de la infancia y la adolescencia- ha dejado huella en el habla de Gabriela, que poco tiene de la entonación cantadita de la gente de la Cuenca donde nació. También influyó en su predilección por la música colombiana, aunque ha empezado a redescubrir la secreta pasión de sus mayores por la música ecuatoriana: "Me encanta el pasillo El Aguacate cantado por Juan Fernando Velasco", dice mientras tararea Tu eres mi amor/ mi dicha y mi tesoro/ mi solo encanto/ y mi ilusión €¦ También es admiradora del cantante español Sabina. Es joven que no se siente muy a gusto en los ambientes de riguroso protocolo, pero tiene que someterse y hasta promoverlo en los actos oficiales que organiza o a los que asiste por las funciones del esposo alcalde. Normalmente va a su oficina de Acción Social Municipal en ropa cotidiana, que le da libertad y comodidad. Entre las aficiones que acarrea desde tiempos colegiales está la lectura y dice haber devorado todas las novelas de Isabel Allende. "Estos días estoy leyendo un libro de Clara Rojas con memorias sobre un secuestro", dice. "Soy optimista, alegre, positiva y no me pierdo la oportunidad para una guitarreada, para bailar o hacer deporte, especialmente el trote o la bicicleta", afirma, y su cuerpo ágil y flexible prueba el resultado de la vida sana. Aunque ha estado siempre entre gente vinculada a la política, no se ha afiliado a partido alguno, pues la política le interesa desde el punto de vista analítico más que en la práctica, aunque no descarta, a futuro, involucrase a través de una militancia. Su padre es - ¿o fue?- miembro del partido Democracia Popular ahora semi extinguido y su suegro, Víctor Granda Aguilar, es socialista con trayectoria de renombre nacional. "Por de pronto, ser esposa de un político que además es Alcalde de Cuenca, es trabajo difícil, que hay que alternarlo con las responsabilidades del hogar y el cuidado de Emilio", dice descartando la posibilidad de embarazarse a corto plazo. "Ya llegará el tiempo €¦". La conversación termina casi abruptamente cuando mira el reloj que marca la una de la tarde: "Es hora de correr a verle a mi hijo..." |