Por Yolanda Reinoso
En los Emiratos Árabes la religión oficial es el Islam, pero el porcentaje de residentes extranjeros que profesan el cristianismo es tan alto, que tácitamente el gobierno ha permitido no sólo que cada quien celebre en su casa siguiendo sus tradiciones, sino que además es factible adquirir adornos navideños en los supermercados, donde la sección de artículos para el hogar suele llenarse de árboles, bombillos, luces intermitentes, guirnaldas, pesebres
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A menudo me preguntan con curiosidad cómo pasa un extranjero la Navidad en Emiratos Árabes, asumiendo que, al tratarse de un país musulmán, tal celebración pasa desapercibida, pero es exactamente lo contrario, puesto que si bien la religión oficial en EAU es el Islam, el porcentaje de residentes extranjeros que profesan el cristianismo es tan alto, que tácitamente el gobierno ha permitido no sólo que cada quien celebre en su casa siguiendo sus tradiciones, sino que además es perfectamente factible adquirir adornos navideños en cualquiera de los supermercados, donde la sección de artículos para el hogar suele llenarse de árboles, bombillos, luces intermitentes, guirnaldas, pesebres y demás elementos que permiten a los extranjeros decorar sus hogares tal como lo hicieran de estar viviendo en su país de origen.
La celebración en sí, por supuesto, tiene ese tinte nostálgico propio del hecho de estar lejos de la familia, pero como el ser humano es gregario, los miembros de la comunidad de extranjeros establecen fuertes lazos de amistad y, no sólo en esta época, sino durante el transcurso del año, actúa tal cual si fuera una familia, pues se presta apoyo, se reúne con frecuencia a departir socialmente y, en consecuencia, disfruta de la compañía de esas amistades igual que si estuviera con sus consanguíneos.
Como signo de tolerancia, es curioso ver árboles navideños en centros comerciales y hoteles, confirmando la fuerza de la presencia occidental, aunque esta apertura no es habitual en Medio Oriente.
Más bien, valdría recalcar que la forma de celebrar la Navidad difiere un poco de la nuestra cuando se trata de las comunidades anglosajonas, pues los regalos que se ofrecen a los niños suelen esconderse en partes estratégicas de la casa, y los pequeños tienen que buscarlos guiándose por pistas preparadas por sus padres.
Algo en común entre ingleses, estadounidenses e irlandeses, es la costumbre de beber vino hervido y también el famoso rompope que en Ecuador a veces le decimos "leche de tigre", tradición que aparentemente se inició en Irlanda e Inglaterra, traída al continente americano una vez que iniciara la colonización. El plato fuerte suele ser el pavo relleno y el postre varía según los gustos y la nacionalidad, pues los ingleses suelen preparar un bizcocho de frutas enconfitadas que dejan reposar en ron por dos meses y a temperatura de congelador. Los estadounidenses y los canadienses suelen preferir el pan de jengibre, las tartas de calabaza o de chocolate con nueces, o las frutas bañadas en caramelo, dependiendo de la zona del país de donde provengan, pues no existe una sola costumbre generalizada.
El día 24, los anglosajones lo dedican esencialmente a los servicios religiosos que su iglesia organiza, la misma que puede variar entre una ceremonia con cánticos propios de la época, la misa tradicional, o la representación teatral de escenas bíblicas del nacimiento de Jesús.
Es el día 25 el que reúne a las familias en sus casas para una cena que suele servirse entre 5 y 8 de la noche, aunque la celebración comienza en la mañana cuando los niños y sus padres se levantan temprano a desayunar chocolate caliente y panecillos de mantequilla, procediendo luego a la búsqueda de regalos y a abrir las botas rojas que suelen colgarse de la chimenea, y en las cuales los padres suelen poner sorpresas como las que vemos en las ollas encantadas de los cumpleaños infantiles.
En Estados Unidos, además, en las zonas donde se dan las cuatro estaciones, el invierno suele permitir a las familias jugar deslizándose en trineos, lanzándose bolas de nieve o haciendo un muñeco; lo que tiene la humanidad en común cuando se trata de la Navidad, es que nadie escapa a la tradición de dar regalos, es sin duda un buen momento para los comercios, pero por otro lado, también predomina el sentimiento de ser una festividad en la que se busca la armonía y disfrutar la compañía familiar es la nota esencial.