La tradición hospitalaria de Loja sustenta la potencialidad turística de esta ciudad sureña del Ecuador y su provincia y ha consolidado el desarrollo de su infraestructura de servicios hoteleros y de recreación.
Asentada en una geografía irregular recorrida por los ríos Malacatos, Zamora y Jipiro, es una de las ciudades más atractivas del sur ecuatoriano. Fundada por Alonso de Mercadillo el 8 de diciembre de 1548, su gente mantiene un ancestro cultural que enriquece el patrimonio ecuatoriano y preserva con esmero la profusión de basílicas y templos que reflejan la tradición religiosa a través de obras monumentales, de singular belleza arquitectónica.
La geografía le sitió secularmente entre las montañas, aislándole del resto del país y del mundo, pero los lojanos se sobrepusieron a esta debilidad encontrando modos para vivir a tono con los avances de la cultura y el desarrollo, dando especial importancia a la cultura y el arte, como lo demuestran personajes de primera línea en diversas expresiones del pensamiento, nativos de esta provincia.
Algunos ejemplos: Pío Jaramillo Alvarado, Benjamín Carrión, Pablo Palacio, Miguel Riofrío, Ángel Felicísimo Rojas, Carlos Eduardo Jaramillo, representantes cimeros de las letras ecuatorianas, como lo son Salvador Bustamante Celi, Segundo Cueva Celi, Marcos Ochoa, Manuel de Jesús Lozano, Edgar Palacios, en el ámbito musical, o Eduardo Kingman, Alívar Villamagua,, Estuardo y Fabián Figueroa, Salvador Villa, Sigifredo Camacho en la plástica; y Alfredo y Daniel Elías Palacio o Diego Espinosa en la escultura.
Capital de la provincia limítrofe con el Perú, es también ciudad impregnada de historia, pues hasta tiempos no lejanos la fortaleza y patriotismo de sus habitantes escribieron páginas de heroísmo en la defensa de la integridad y la soberanía nacional amenazadas por episodios bélicos que, desde 1998, ya son parte de un pasado de intestinos enfrentamientos con el Perú.
La paz con el vecino país del sur ha marcado un hito en el desarrollo de Loja, para bien de los dos países, en cuyas provincias fronterizas se respira la confianza y la seguridad que permiten a sus instituciones y habitantes impulsar iniciativas manifiestas en la formidable expansión urbana y crecimiento comercial e industrial, con énfasis singular en lo turístico.
Es un gran mérito el carácter optimista y emprendedor de los lojanos de hoy, como una reacción frente a los riesgos y temores que significó la histórica enemistad con el Perú, para consolidar en la última década a una ciudad y una provincia promotoras de emprendimientos que se proyectan hacia el futuro. La infraestructura hotelera de Loja se caracteriza por la variedad de ofertas, así como por la belleza arquitectónica de los hoteles y hosterías, tanto en la capital de provincia, como en los cantones, en cuyas instalaciones no faltan las ornamentaciones florales, los jardines y las plantas propias de la región.
La imagen renovada de la ciudad de estos días evidencia el afecto y respeto de los lojanos por su solar nativo. La arquitectura tradicional luce sus valores estéticos e históricos, como las Plazas San Sebastián y San Juan Bautista de El Valle; la calle Lourdes con sus casas restauradas, locales artesanales y la calzada de canto rodado; el conjunto Puerta de la Ciudad, la Pileta de la Paz; los murales de Sucre y Bolívar, el Puente Bolívar, los monasterios, los museos y centros culturales.
Vilcabamba es un pueblo de prestigio mundial por su temperatura benigna y estable durante todo el año, con un ambiente propicio para proteger la salud de los habitantes. Son famosos los longevos de este lugar privilegiado, donde de alguna manera se cumple el sueño de la juventud eterna. Es permanente la presencia de visitantes de remotos confines del Planeta, que llegan en busca del medio propicio para prolongar la vida o encontrar remedio a dolencias relacionadas con problemas cardiovasculares. A la condición del clima, se suma la calidad del agua, que tiene elementos minerales que le convierten en una bebida terapéutica científicamente probada.
Otro de los recursos turísticos importantes de Loja constituye la gastronomía, que al igual que la geografía diversa, se manifiesta en expresiones singulares en la ciudad y cada uno de los cantones, destacándose los tamales de maíz y carne de cerdo, los cebiches de carne, las tortillas cocidas en tiesto, la sopa de repe, las cecinas o los típicos cuyes, gallina asada, la fritada, sin que el visitante pueda dejar de disfrutar de las opciones alimenticias más exigentes de la gastronomía internacional.
Los bocadillos, la miel con quesillo, quesadillas, bizcochuelos, son verdaderas obras de arte culinario, tanto por las delicias del sabor, como por la vistosa presentación.
Un capítulo especial dentro de la cultura y la tradición de la provincia de Loja constituyen la ciudad y los habitantes de Saraguro, cantón que es la puerta de entrada a la provincia, desde la sierra ecuatoriana. Los saraguros se caracterizan por mantener las más antiguas tradiciones en el vestuario, siempre negro, con sombreros de lana. Las mujeres contrastan las faldas y paños con collares multicolores tejidos en forma artística, así como las fajas, joyas y prendedores que identifican con elegancia a su pueblo. Los hombres llevan trenzado el cabello largo.
Los saragureños tendrían origen mitimae, provenientes de Bolivia, traídos por los incas en el intento de doblegar a los cañaris en luchas de conquista del siglo XV. La gente conserva el idioma quichua, así como antiguos rituales, festividades y celebraciones, junto con costumbres culinarias que les singularizan de los demás habitantes de su provincia.
Visitar Loja se ha vuelto fácil en tiempos recientes, gracias a las excelentes características de la carretera que le conecta con las provincias del austro, la costa y la amazonía. La vía Cuenca €“ Loja está terminada y sus condiciones permiten una movilización segura y rápida, como no se había dado desde los años 40 del siglo pasado, cuando fue construida. Lo que falta es promocionar la calidad de esta vía, pues un obstáculo tradicional para llegar hasta Loja había sido, siempre, el acceso desde Cuenca, por los baches e incomodidades.
La Churona y La Feria |
Una de las principales fortalezas turísticas de Loja es la devoción a la Virgen de El Cisne, en el pueblo del mismo nombre, a 70 kilómetros de la capital de provincia. La imagen, tallada en Quito entre los años 1594 y 1596 por el español Diego de Robles, es venerada por cientos de miles de peregrinos que le van a rezar y pedir favores en los meses de agosto y septiembre.
La devoción a la Virgen y la Feria de Loja van juntas. Simón Bolívar oficializó la antigua feria mediante decreto en 1829, para que se realizara todos los años, del 1 al 15 de septiembre, con exoneración de impuestos. Es la feria comercial más antigua del Ecuador y una de las más antiguas de América Latina. Fieles de todo el Ecuador €“principalmente de Azuay y Cañar- llegan cada año hasta la basílica monumental de la Virgen del Cisne, para cumplir sus promesas religiosas y participar en la feria que exhibe artesanías de la provincia, así como productos comerciales de la región y del Perú. La basílica, imponente, con torrecillas góticas, es visible desde la distancia como una loma blanca entre las escarpadas montañas del entorno. La devoción a La Churona €“así llama el pueblo a la imagen de 80 centímetros de alto, con cabellos ensortijados- empezó hace más de cuatro siglos en una choza, que se convirtió luego en una casa, después en un templo de tiempos coloniales, hasta que se levantó la gigantesca basílica entre 1950 y 1962. La Feria asociada a la devoción se realizó hasta los años 70 del pasado siglo en el pueblo de El Cisne, pero se la trasladó a Loja, donde se construyó un recinto ferial de 13 hectáreas junto al parque recreacional Jipiro, dotado de modernas instalaciones. La imagen de la Virgen es transportada en procesión el 20 de agosto hasta Loja, en una caminata de 70 kilómetros que demora tres días: son cientos de miles de fieles, mayoritariamente del campo, que acompañan a la estatua entonando cánticos y plegarias. Los participantes pugnan por el privilegio de colocar las andas sobre los hombros. Es la manifestación religiosa multitudinaria más importante del Ecuador. Bella joven saragureña con sus elegantes atuendos típicos. La imagen es un símbolo de Loja y a ella se adjudican portentos, milagros y leyendas. Se cuenta que alguna vez se la llevaron a Zaruma para que se quedara en ese lugar, pero la Virgen regresó caminando, descalza, hasta El Cisne, empapada de lluvia. En el subsuelo de la basílica hay un museo, donde llaman la atención los presentes que llevan los fieles a regalar a La Churona, los mensajes de los devotos que le agradecen por milagros y favores, así como centenares de vestidos con ribetes de oro, joyas y bordados primorosamente elaborados, con devoción y gratitud para la imagen protectora. El origen de la hospitalidad lojana se asocia a la devoción de El Cisne, pues se volvió tradición y conducta hace más de cuatro siglos, cuando los lojanos aprendieron a brindar posada a los fieles en tránsito al pueblecito, en cuartos, pasillos y corredores, antecedentes primigenios de la variada y moderna infraestructura hotelera de la actualidad. |
La sensación de volar €¦ |
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