Las cuatro décadas del equipo de fútbol identificado con la capital azuaya y con el austro ecuatoriano, son ocasión para evocar su trayectoria, a sus gestores, a sus protagonistas, sus triunfos y sus derrotas
Iván Caicedo, personaje identificado con los más antiguos recuerdos del equipo morlaco. |
Cuenca nació al fútbol profesional el 4 de marzo de 1971, pero esta disciplina viene de décadas atrás, siendo memorables los amistosos de los años 30 del siglo pasado en la plaza de San Sebastián, donde descollaron Manuel Antonio Corral Jáuregui y Gabriel Peña, así como más tarde, en San Blas, Daniel Ríos, César Pino, Olmedo Malo y el "Gallo" Morales.
En los años 40 el fútbol intensifica su desarrollo, con la presencia de equipos como Cruz del Vado, Norteamérica, Unión y Acción. Son tiempos en los que se empieza a sentir la necesidad de un estadio, pues la cancha del grupo artillería Calderón que se ocupaba entonces es pequeña para el público. En 1945 se construye el estadio municipal.
En la década de los 60 Cuenca intenta infructuosamente hacer presencia en el fútbol profesional, pues le cierran las puertas equipos monopólicos de Guayaquil y Quito, que defienden grandes intereses ligados a los campeonatos nacionales.
En marzo de 1971 se reúne en Cuenca un Congreso Nacional de Fútbol y, por gestión del Alcalde de entonces, Alejandro Serrano Aguilar, que preside el naciente Club Deportivo Cuenca, la ciudad ingresa en el profesionalismo del fútbol. Este año impone un antes y un después en la historia de Cuenca, pues el fútbol se convierte en una pasión que despierta del letargo a las multitudes, sin distingo de condición social, de sexo, de criterios políticos, religiosos o de aficiones culturales.
El valiente defensa en una de sus características actuaciones. |
El fútbol integra Cuenca al país, genera nuevos conceptos en las relaciones humanas, dinamiza la economía y hasta da lugar al surgimiento del profesionalismo en el periodismo deportivo: los comentaristas entusiasmados por el elenco representativo de la ciudad en torneos nacionales, acaban por asociar el nombre del Alcalde promotor con el estadio, que ha recibido mejoras, llamándolo Alejandro Serrano Aguilar. La barra de los "Camisetas Coloradas" resuena en el ámbito nacional y las figuras de quienes las lideran son símbolos que se identifican con el equipo y la ciudad a la que representan.
En los 40 años transcurridos desde entonces, el Deportivo Cuenca ha consolidado su posición en el fútbol profesional ecuatoriano. Ha tenido tiempos de gloria y también de crisis, como acontece con todos los clubes profesionales del país y del mundo. Por siete oportunidades (1976,1977, 2005, 2006, 2008, 2009 y 2010) ha participado en la Copa Libertadores de América.
Jugadores del primer equipo del Deportivo Cuenca hace 40 años. |
Un ídolo del Cuenca que nunca hizo un gol
Iván Caicedo Quintero, jovencito moreno de Esmeraldas, prestado al equipo naciente por EMELEC al Deportivo Cuenca en 1971, jugó en el equipo hasta 1983 y se quedó en Cuenca para el resto de la vida. Es un símbolo del cuadro y un diálogo con él da un valor humano al fútbol morlaco que, con el profesionalismo de 40 años, funciona con los parámetros inevitables de la gestión empresarial.
¿Recuerdos de la infancia, Iván?
Nací en el barrio Caliente, de Esmeraldas. Le llamaban así porque está cerca del estadio. Estudié los seis años de primaria en la escuela Vargas Torres.
¿Desde cuándo en el fútbol?
El futbolista nace para futbolista. Yo jugaba desde los seis años con mis hermanos y amigos a orillas del mar, en la playa, con los pies descalzos.
¿Y la familia?
Mis padres eran extraordinarios, ya están muertos. Se dedicaban a la agricultura, sembrando y vendiendo plátanos y yuca y nos enseñaron a vivir en la pobreza. Somos siete hermanos, cuatro varones. Soy el último, la primera tiene hoy más de 80 años.
¿La carrera en el fútbol?
A los 14 jugaba en equipos amateur y en 1967 me llamaron al EMELEC de Guayaquil, para incursionar en el ámbito profesional para al resto de la vida. Siempre fui back central, mi especialidad.
¿Y el Deportivo Cuenca?
En 1971 había nacido el Club y el Alcalde Alejandro Serrano Aguilar consiguió que EMELEC me prestara para el Cuenca. Me acuerdo que entonces la tribuna del estadio era de palos, con poca capacidad para el público. Después del primer año el Deportivo Cuenca compró mi pase definitivamente.
¿Los compañeros de entonces?
Eran buenos tiempos, con jugadores como Hugo Barrera, Vicente Martínez, Fausto Klinger, el Chino Aguirre, Piazza, Liciardi Yo soy el que se quedó más tiempo en el Cuenca, hasta 1983 que colgué los zapatos.
¿Y cómo te sentó Cuenca entonces?
No me gustaba. No soportaba el frío viniendo de una tierra tan caliente como Esmeraldas. Además, era aburrido porque a las siete de la noche no quedaba nadie en las calles: todos dormían temprano. Yo estaba acostumbrado a disfrutar la noche con el ajetreo costeño de mi tierra.
¿Y la gente, los hinchas, los amigos?
Siempre recibí buen trato de los cuencanos. Eso compensó la inconformidad y me fui aclimatando y acostumbrando.
¿Vino luego el matrimonio?
Como en el estadio no cabían muchos, la gente madrugaba a las cuatro para hacer cola en las entradas y siempre vi allí a una mujer que me simpatizaba y seguía mis jugadas, alentándome con aplausos: era Adriana Ãlvarez, con quien me casé en 1973.
¿Y después la familia?
Tenemos dos hijas, Fernanda y Carmen. Somos abuelos de tres nietos: Mateo de 16, Fernanda de 15 y Doménica de cinco.
¿Una familia feliz?
Eso sí, es cierto. Estaré con Adriana hasta la muerte: una buena mujer hace un buen hombre. Así me siento yo.
Tenías fama de hombre fuerte en el puesto de defensa
En efecto, nunca bajé los brazos, defendí con ardor al equipo. No metí un gol, pero evité que metieran decenas en el arco del Deportivo Cuenca.
¿Una anécdota en la trayectoria profesional?
Muchas veces salí de rodillas del estadio, después de los grandes triunfos, como cuando conquistamos el Vicecampeonato Nacional en 1975 empatando al Aucas en el Estadio Atahuallpa.
¿Un mal recuerdo?
Una gran lesión. Yo cubría a Pachaco Castañeda en un encuentro con el Manta en Portoviejo, cuando Pereira me empujó violentamente con la rodilla en el estómago y se me reventó el hígado. Fui operado de urgencia en Manta y permanecí cinco meses fuera de las canchas. Gracias a Dios estoy vivo. Además soy muy devoto de La Churonita de Loja y del Señor de Gran Poder: ellos me salvaron.
Otra cosa que no me gustaba era viajar en avión. Tenía terror y casi en todos los vuelos rezaba e iba cubriéndome los ojos. Hubo una temporada de varios accidentes en la ruta de Quito a Cuenca.
¿El fútbol te dio para vivir?
Así es. Jugando mantuve a mi familia y adquirí mi casa en el barrio Cristo del Consuelo, con ayuda del Banco del Azuay.
Después del fútbol, ¿los bancos?
A poco de dejar el fútbol, en 1983, conseguí el puesto de custodio de valores en el Banco del Pichincha, donde permanecí 13 años. Con el chofer Julio Oleas, del blindado, llevaba bolsas de dinero a las empresas. Cada 15 días iba a Guarumales con cientos de millones de sucres para los sueldos de miles de trabajadores. Nunca tuvimos problemas, asaltos ni robos, eran otros tiempos. Ni siquiera nos vigilaba la policía.
Ahora llevo ya 13 años con similar responsabilidad en el Banco de Guayaquil.
Y el futuro: ¿Esmeraldas?
No. De Cuenca no me muevo. Aquí he de morir y espero que cuando eso ocurra me acompañen todos los jugadores del Deportivo Cuenca, equipo que sigue siendo mío. Además, ya no me gusta el calor de Esmeraldas. Yo di todo lo que pude a Cuenca y Cuenca me ha dado todo: de aquí no me muevo. Me quieren, me respetan y de aquí no me muevo.
¿Ya olvidaste de jugar el fútbol?
Juego con amigos los fines de semana, en la cancha del barrio, no más de 30 minutos. Pasado de los 60, el corazón ya no está para ponerlo a riesgo de un infarto. Pero camino y troto todas las mañanas. Me gusta la cocina y la practico los fines de semana. También barro y ayudo a mi esposa en las tareas de la casa.