Un centro de enseñanza de destrezas constructivas y artísticas que a la vez cumple una función social en beneficio de jóvenes capacitados para emprender en actividades independientes de subsistencia y desarrollo

El bullicio de toda clase de herramientas sorprende en los recovecos laberínticos de la Escuela Taller Cuenca, al interior de casas seculares del barrio de la Cruz del Vado.

Un centenar de jóvenes de 16 a 25años asiste al establecimiento cuyo dinámico ajetreo contrasta con lo recóndito del sitio que trae a la memoria antiguas remembranzas del taller que el Libertador Simón Bolívar puso en manos de Gaspar Sangurima en octubre de 1822, cuando creó la primera escuela de artes y oficios de Cuenca.

La Cruz del Vado y los edificios contiguos donde está el taller, en una panorámica con la catedral al fondo.

Aprendices de carpintería en madera y metales, vitralería, cerámica, electricidad, gastronomía, picapedreros, albañiles, jardineros   y pintores, aprenden sus oficios en forma práctica, en jornadas de 7:30 de la mañana a 4 de la tarde.

La Escuela fue creada en noviembre de 1999. Primero funcionó en el museo Remigio Crespo Toral, donde las primeras promociones trabajaron en la recuperación del inmueble, hasta que hace ocho años pasó al barrio de El Vado: la Municipalidad había adquirido cinco casas vetustas para refaccionarlas y darlas nuevo uso, vinculado al área cultural.

El proyecto es financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Municipalidad de Cuenca, que aportan en partes iguales. El presupuesto de este año es de 340 mil euros.

Uno de los objetivos básicos de la Escuela es la preservación patrimonial, recuperando materiales y prácticas constructivas en riesgo de extinción. Maestros €“quedan pocos- conocedores de los secretos del barro, del tratamiento de la madera y de las habilidades ancestrales vinculadas a la escultura, la pintura y otros oficios, transmiten sus conocimientos. Es un semillero de artesanos capaces de ser una fortaleza en la recuperación de bienes que forman parte de la riqueza patrimonial de Cuenca y de la región.

Además, el Taller cumple la función social de dar ocupación a jóvenes de estratos económicos deprimidos, sin oportunidades laborales, rescatándolos de problemas propios de tal situación, la emigración inclusive. La enseñanza es gratuita, son becarios, tienen ayuda para el transporte, alimentación, atención médica, psicológica y de trabajo social, además de seguro contra accidentes laborales.

Los beneficiarios del programa cuentan por cientos, pues muchos han encontrado oportunidades de trabajo en la construcción o han montado talleres para fabricar puertas, ventanas, cielos rasos, pisos, cubiertas, entrepisos o son expertos en tallados y diseños de madera o mantenimiento y restauración de bienes muebles. Son capaces de elaborar presupuestos y leer planos arquitectónicos.

Juan Carlos Arias, arquitecto Coordinador Técnico de la Escuela Taller, pondera el entusiasmo con el que los discípulos €“varones y mujeres- se dedican al aprendizaje: "aprenden a trabajar, trabajando". Pero la preocupación va más allá de proveer de destrezas. El 75% de los horarios corresponde a prácticas y el 25% a formación complementaria, dibujo, pedagogía de valores, sexualidad, autoestima, seguridad industrial. "Se enseña a ser buenos artesanos y también hombres y mujeres de bien".

Los cinco inmuebles del barrio de El Vado, adquiridos inicialmente para instalar allí consulados de diferentes países €“este proyecto ha sido descartado-, están en proceso de restauración, pues por su antigüedad de más de cien años, son de por sí bienes patrimoniales y muestrario de procedimientos constructivos tradicionales.

Salas, corredores, patios, traspatios, huertos, han sido interconectados en la superficie de 1.400 metros cuadrados, por lo que el interior es un laberinto que realmente sorprende al visitante que no imagina que tras las fachadas de las viejas casas del barrio, haya una riqueza patrimonial tan abundante. En algunos espacios se exhibe muebles y elementos artísticos y decorativos elaborados por los alumnos de la Escuela Taller.

Una vez culminada la recuperación arquitectónica, se prevé que el conjunto de inmuebles ofrezca a Cuenca y a los visitantes del mundo, la exhibición de talleres vivos, con gente aprendiendo y trabajando y con muestras de productos salidos de sus propias manos.

La Escuela Taller Cuenca, escondida en los recovecos de esos inmuebles entre las calles Juan Montalvo y La Condamine, junto a la plazoleta y la Cruz de El Vado, obras en recuperación, no deja de ser un curioso, pintoresco y enriquecedor descubrimiento de una actividad que encaja en el destino del antiguo barrio y en el de la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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