Por Eugenio Lloret Orellana
Leemos en gran parte con el ánimo de " terminar lo más pronto posible". Leemos de prisa, tomando quizás algunas ideas que nos serán útiles. Sin embargo, parece absurdo pasar tantos sacrificios y sudores de sangre escribiendo un libro sólo para producir estas pequeñas ráfagas de ansiedad intelectual y llegar a la conclusión de que la mayoría de los libros se escriben para ser escritos, no leídos |
De frente al espacio virtual que no tiene parangón en la historia de la humanidad, resulta interesante la pregunta, obviamente, para quienes escriben; también probablemente, para quienes piensan escribir, aunque la mayoría de los libros tienen pocos lectores y terminan olvidados en las polvorientas estanterías de las bibliotecas. Sin embargo, el impulso es irresistible para muchos escritores y ceder a él ofrece satisfacciones especiales y útiles con la esperanza de ganar prestigio y dinero, aunque sea ridículamente poco en comparación con lo que se puede ganar siendo médico, abogado u hombre de negocios. Naturalmente, algunos escritores €“ principalmente los novelistas y los autores de libros de texto €“ sí ganan dinero con escribir, y aquellos que no lo saben lo descubren bastante rápido. Se escribe para tener prestigio. Hay algo de cierto al respecto, pero se trata de un asunto engañoso y sumamente subjetivo. La fama se relaciona estrechamente con los lectores reales y con los críticos expertos en escribir reseñas. Se ha escrito tanto que sólo leemos una pequeña porción de las publicaciones que se relacionan con nuestro trabajo, y leemos en gran parte con el ánimo de " terminar " lo más pronto posible. Los leemos de prisa, tomando quizás algunas ideas que nos serán útiles. Sin embargo, me parece absurdo pasar tantos sacrificios y sudores de sangre escribiendo un libro sólo para producir estas pequeñas ráfagas de ansiedad intelectual y llegar a la conclusión de que la mayoría de los libros se escriben para ser escritos, no leídos. Está por demás decir que existen excepciones. No sólo tenemos la producción de los grandes, de los " consagrados ", |
sino algunos libros " ordinarios " tan bien concebidos, tan bellamente escritos, que los leemos con el mismo espíritu con el que suponemos que fueron escritos. |