Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas
La delincuencia organizada y provista de sofisticado armamento, constituye una amenaza evidente que debe preocuparnos por igual a la ciudadanía y al gobierno. Pero tampoco se puede ocultar que, bajo el ropaje verbal de la inseguridad frente al crimen, la oposición política ha encontrado un argumento que hace mella entre las ciudadanas y los ciudadanos

El tema de la seguridad frente al delito ha sido favorito en el país durante el año 2010. La ciudadanía, bien sea por "motu propio" o inducida por los espeluznantes espacios noticiosos que pasan sin tregua los canales, siente que su integridad y la de sus familias pende de un hilo, que la delincuencia acecha en sus diferentes manifestaciones, y que, para colmo, la justicia saca a diario legiones de malhechores que vuelven a las calles y vías del país a robar y asesinar. Esa es a brochazo gordo la idea popularmente establecida respecto a la falta de seguridad en el Ecuador, sobre lo cual casi a diario teorizan diestros opositores, que hasta se han convertido en improvisados expertos en temas delincuenciales.
Nadie puede negar que la delincuencia, especialmente la organizada y provista de sofisticado armamento, constituye una amenaza evidente que debe preocuparnos por igual a la ciudadanía y al gobierno. Pero tampoco se puede ocultar que, bajo el ropaje verbal de la inseguridad frente al crimen, la oposición política ha encontrado, por fin, un argumento que hace mella entre las ciudadanas y los ciudadanos.
Pero el tema es complejo, sin duda, y las reducciones al uso del público que suelen hacerse pecan de caricaturescas. Por un lado se dice que el Aparato Judicial favorece a la delincuencia y los delincuentes, cuando si bien deben existir malos jueces que favorecen en algunos casos a personas acusadas de delitos graves, de hecho la administración de la Justicia en el Ecuador adolece de un tortuguismo y un engorro de trámites de vieja data, por lo cual hay que agilizar esa Justicia. De otro lado, se argumenta que faltan policías.

Dentro de las estimaciones científicas y serias en la materia, no es la presunta carencia de elemento policial la que favorece el delito, sino más bien los sistemas anticuados de accionar frente a bandas muy bien pertrechadas, entrenadas en sus respectivas especialidades, y que suelen burlar con relativa facilidad las persecuciones luego de atracos y otros hechos delictivos. Entonces más que un mayor número de efectivos, hace falta una mejor preparación del personal encargado de la represión del crimen organizado a fin de "adelantarse" si cabe el término, al accionar de los antisociales.
Otro tema favorito de los detractores del sistema de seguridad bajo el actual gobierno es el de la supuesta blandura en las sentencias de nuestro Código. Sin embargo, de unos años a esta parte, se ha incrementado sustancialmente el número de años de prisión, y donde hace unas décadas había penas de doce o dieciséis años, hoy las hay de veinte y cinco y más años de reclusión. Entonces, no puede sostenerse seriamente que exista lenidad en las penas. Claro que hay elementos que siguen pensando en que establecer la Pena de Muerte sería la única solución, contra todo principio moderno de jurisprudencia en materia penal, y por supuesto contra las más elementales normas de convivencia humana y sus derechos.
En definitiva, falta mucho por hacer en materia de seguridad en el país, y ciertamente el Gobierno, la Policía, nosotros mismos los ciudadanos y ciudadanas, tenemos la obligación de mejorar los niveles de seguridad en todo el país. Sin embargo, la manipulación política de un tema de tanta trascendencia, es también evidente.


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