Una mujer de conversación amena e incansable que dedicó su vida a la docencia y a mantener una de las farmacias tradicionales con mayor confianza del público en Cuenca

El destino de Flor María quedó marcado cuando, niña de 13 años, conoció a un señor de bigotes, dueño de una motocicleta que tenía adosada un cochecillo con dos asientos para pasajeros: un said car, le llamaban en inglés.

iEra en 1948, en la calle Córdova €“por entonces llamada Vázquez de Noboa-, cuando aquel caballero cuarentón preguntaba al vecino si conocía a un farmacéutico para su botica "Olmedo", en la plaza cuencana de San Francisco.

Flor María curioseaba el vehículo aparcado al filo de la acera, cuando   escuchó la conversación y recordó que su hermana Mima había perdido el trabajo en una botica llamada Pasteur . Entonces decidió   avisarle al señor de bigotes que "mi hermana es farmacéutica" y le indicó su domicilio, a donde fue de inmediato el interesado para contratarla los servicios.
Lo que le llamó la atención del señor era la moto por sus colores, los niquelados y el cochecillo para acompañantes. "El señor de la moto", recuerda hasta ahora que decía en casa para referirse a él, pues ignoró su nombre hasta varios años después, cuando le propuso matrimonio.

Flor María, al pie del retrato del esposo fallecido, Gabriel Tenorio Lasso, en su puesto de trabajo de dirección de la botica.

Flor María Salazar González había nacido en Guayaquil en 1932, hija del cuencano Edmundo Salazar Fernández de Córdova y de la guarandeña Flor María González Coloma. Ahora, con 79 años encima, se encanta conversando sobre los azahares y sorpresas   de su vida y de sus mayores.

Muy joven, su padre y su amigo Remigio Romero y Cordero habían decidido fugarse de Cuenca por desencanto amoroso con las hermanas Filomena y Amalia Urigüen, de las que se habían enamorado sin esperanzas.

Guayaquil era reducto al que emigraban los jóvenes para mejorar la suerte poco promisoria en la Cuenca pequeñita y bucólica de entonces. En 1920 Edmundo contrajo matrimonio con Flor María González Coloma   para hacer un hogar de seis hijos y establecer un negocio que vivió tiempos de prosperidad, pero acabó en bancarrota.

Los esposos Salazar González montaron una industria para producir golosinas: turrones, caramelos, pinol, bombones y similares, con el nombre de Limbert. También una industria para fabricar cajas de madera de balsa, apetecidas como envoltura de diversos productos.

La máquina lijadora de la madera producía un polvo que acabó afectando la salud de don Edmundo y obligaría a cerrar el negocio y a emprender el retorno a Cuenca, para planificar la vida de nuevo. "Vivimos tiempos de pobreza muy difíciles, después de desprendernos de lo que tenía más valor en el hogar, inclusive las porcelanas y los cubiertos de plata", recuerda Flor María hija, la cuarta de seis hermanos.

Ella tiene presente el viaje de Guayaquil a Cuenca en 1940, primero por una balandra hasta Durán, donde los niños hicieron chacota gozando del traqueteo de la pequeña embarcación. Luego vendría el viaje por tren hasta El Tambo y las horas interminables en carro hasta Cuenca, por un sendero de piedras y fango que hacía temblar de miedo.

Segunda desde la derecha, en primera fila, la doctora con el alcalde Fernando Cordero y los concejales de Cuenca en el año 2000.

Flor María había iniciado la educación primaria en la escuela José Mejía Lequerica de Guayaquil y la continuaría en Cuenca en las escuelas Tres de Noviembre y Central La Inmaculada.   Su madre murió en 1942 y la hermana mayor, Mima, se encargaría del cuidado de los huérfanos, hasta que en 1948 fue nombrada para una cátedra de Química en un colegio de Riobamba y se llevó consigno a la familia.

La secundaria, la empezó en el Colegio Benigno Malo en 1945, para proseguirla en el colegio Riobamba, cuando la familia se trasladó a esa ciudad. Un año estuvo en este colegio, atormentada por la indisciplina de los profesores que hasta tenían amoríos con las alumnas y ella los denunciaba. Pasó entonces al colegio María Auxiliadora de esa ciudad.

En 1950 una delegación del colegio fue enviada a Cuenca para participar en la ceremonia de coronación de la Virgen María Auxiliadora y ella estuvo entre las alumnas seleccionadas. Fue entonces cuando el destino   volvió a acercarle al señor de bigotes al que había conocido años antes.

Flor María Salazar y Gabriel Tenorio en 1952, cuando contrajeron matrimonio.

Su nombre era Gabriel Tenorio Lasso. Le pasaba a Flor María con 26 años de edad, pero apareció otra vez en su camino en el desfile de alumnas participantes en la procesión religiosa. Primero fue la amistad, la declaración de amor un año después, las secretas incertidumbres y al fin el matrimonio en 1952, cuando ella tenía 20 años y él 46.

Gabriel era propietario de la botica Olmedo, que ahora sigue en manos de Flor María Salazar, después de que él muriera en 1996. Ella estudió Química y Farmacia, graduándose el 22 de julio de 1951con la presea Benigno Malo que confiere la Universidad de Cuenca a los mejores egresados cada año. También sus hermanas Lía y Betsy recibieron igual presea, la una en la carrera de Economía y la otra en Filosofía y Letras. "Esto prueba que las pobrezas y las dificultades de la vida no son excusa para culminar con éxito una formación profesional", comenta satisfecha.

También está satisfecha por la formación de sus hijos: Gabriel es médico legista; Juan Manuel médico intensivista, radicado en Bogotá; María Cayetana es doctora en Bioquímica y Farmacia; y, María Goretti, titulada en Filosofía y Letras.

La profesional junto a los médicos Jorge López Arenas y Guillermo Serrano Galarza, amigos vinculados a su profesión.

Flor María Salazar Gonzáles compartió su actividad profesional en la farmacia Olmedo, con la actividad docente. De 1970   a 1987 dictó asignaturas de Química, Ciencias Naturales y Biología en el colegio Benigno Malo, simultáneamente con la docencia en los colegios Técnico Salesiano, Rosa de Jesús Cordero y Bilingüe, de Cuenca. Además, desde 1975 dictó Farmacología en la Facultad de Química de la Universidad de Cuenca, donde se jubiló en 2002.

De 2000 a 2009   se desempeñó como Concejal de Cuenca, sin ser afiliada a ningún partido político. Fue Fernando Cordero quien la invitó a integrar la lista para las elecciones y triunfó para dos períodos consecutivos. Está vinculada al Cuerpo de Bomberos, donde ejerce responsabilidades directivas en el Consejo de Administración.

La jubilación le permite dedicar más tiempo a su botica, la botica Olmedo, a la que se vinculó inesperadamente cuando aquel señor de bigotes apareció en su camino siendo una niña que no sabía el nombre del personaje al que no deja de asociar el atractivo infantil de la motocicleta said car que curioseaba y escuchó que quería un profesional para su farmacia.

Es mujer de profunda convicción cristiana, que todos los días va a misa y comulga. "En todo me gusta ser auténtica y creo que en lo religioso hay que ser creyente en Dios o ateo, pero ninguna de las dos cosas a medias €¦", dice.

Camino a los 80 €“que no los demuestra- es mujer activa que todos los días asiste a su botica, la única de Cuenca que prepara medicamentos según las necesidades de los clientes. El local impresiona por la fragancia de los extractos de vegetales, tinturas de canela, aniz, valeriana, benjuí, árnica, así como las sustancias químicas y reactivas para elaborar guayacol, linimentos, leche de magnesia y productos que requieren más de cien fórmulas propias del establecimiento bajo la nominación de Both, que evoca la tradición farmacéutica de la familia de su esposo: Botica Olmedo Tenorio Hermanos, cuyo origen se remonta a los años 30 del pasado siglo.

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