No se puede desconocer que en los últimos años el Ecuador ha experimentado procesos revolucionarios en el ejercicio gubernamental y en el cumplimiento de actividades de interés social, de desarrollo vial, de respeto a la soberanía, de ordenar muchos desórdenes que eran pan cotidiano en la administración pública, en el magisterio, en las universidades, las organizaciones clasistas

 

La campaña electoral ha empezado con losmatices típicos de los procesos eleccionarios ecuatorianos. Empieza por no diferenciarse en casi nada de las anteriores campañas, a pesar de que el país ha experimentado cambios notables en los más diversos aspectos del convivir nacional.
 
Lo que ocurre con las firmas falsificadas para apoyar a los movimientos y partidos en el trámite de calificación por el Consejo Electoral, es una muestra de que si algo nuevo se descubre cada vez en el comportamiento político, es que asimismo cada vez hay maneras nuevas de ejercer la trampa y el trampolín, el perjuicio de las normas, la contravención y hasta la corrupción como mecanismos autóctonos de conducta no cívica, sino al contrario antipatriótica, falta de ética, de honestidad.
 
Los sectores llamados de izquierda intentan aglutinarse en una sola corriente para confrontar al más difícil rival de derechas e izquierdas, Rafael Correa Delgado, el Presidente de mayor notoriedad en las décadas advenidas desde que se restableció la democracia en 1979. No puede desconocerse que por sobre los que podrían calificarse como defectos individuales del mandatario –personalismo, lenguaradas, intolerancia a veces- él ha impreso en la conducción del país una mano fuerte y firme para dejar atrás un oprobioso pasado. 
 
No se puede desconocer que en los últimos años el Ecuador ha experimentado procesos revolucionarios en el ejercicio gubernamental y en el cumplimiento de actividades de interés social, de desarrollo vial, de respeto a la soberanía, de ordenar muchos desórdenes que eran pan cotidiano en la administración pública, en el magisterio, en las universidades, las organizaciones clasistas. Si las tendencias de izquierda quieren ir más allá, deberán exhibir ante el electorado intenciones y propósitos aún más revolucionarios.
 
Lo cierto es que la imagen del actual mandatario, como candidato, aventaja en mucho a los posibles candidatos izquierdistas y deja aún mucho mas lejos a aquellos que se califican de centro o de derechas.  Hay que reconocer que esa es la imagen que el pueblo apoya y tiene puesta como referente, a pesar de toda la oposición planteada desde sectores políticos adversos y hasta de medios de comunicación: los medios, en definitiva, ejercen un papel político de mayor influencia que los propios sectores opositores al gobierno y, pese a ello, los pronósticos favorables al mandatario son evidentes.
 
   El intento de los sectores de izquierda por aglutinarse frente a un solo candidato, luego de las decisiones internas, es no más que un intento. Más pronto que tarde, luego de las deliberaciones y las decisiones que se adopten para buscar un candidato único, las discrepancias llevarán a rompimientos más que ha fortalecimientos. Es lo más probable, lastimosamente, pues en verdad sería interesante y saludable que en la próxima contienda presidencial no hubieran más de dos o tres candidatos, en vez de la multiplicidad de aspirantes como ha ocurrido en las últimas décadas de democracia.
 
   En todo caso, el ambiente electoral no está a las puertas, sino ya de casa adentro. Esperemos que las rivalidades no se conviertan en enemistades y pugnas perjudiciales para todos.
 

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