Con sorpresa, humor, curiosidad, aprobación o desacuerdo, la gente comenta el bautizo de alrededor de 500 calles nuevas con nombres que van desde lo chusco hasta la valoración cultural, histórica y referencia a las múltiples expresiones y tradiciones populares

Calles, Edificios y sitios publicos de Cuenca, a inicios y en la primera mitad del siglo XX. 
(Archivo particular de Leonardo Ochoa Andrade)

Los caminos se abrieron al andar de la gente y del tiempo, luego recibieron nombres, se convirtieron en calles y se integraron al patrimonio, la cultura, la historia y la vida de los pueblos. Por ellas recorre de día y de noche la humanidad.

Eso de dar nombre a los caminos y a los pueblos tiene una historia tan vieja como la humanidad. Lo primero habría sido hacer de las personas, las lomas, los ríos, los árboles y plantas, referentes de identificación entre habitantes de un lugar y de caseríos vecinos.  

La toponimia  y la antroponimia –según prueban la tradición y la experiencia -, habrían sido los recursos primitivos para asignar con espontánea naturalidad, sin imposiciones, las identidades humanas y territoriales.

Estas lucubraciones vienen a propósito de la nomenclatura que proponen expertos comisionados municipales para las calles nuevas de Cuenca: en el siglo XXI la técnica y la burocracia cuentan más que las iniciativas populares que llamaron Calle Larga a la Calle Larga, Bajada de Todos Santos a la Bajada de Todos Santos o Bajada de El Vado a la Bajada de El Vado.

 

 

Aquellas primitivas iniciativas nominaron a Turi, Gullanzhapa, Totoracocha, Guagualzhumi, Yanuncay, Cojitambo, Abuga, Ingapirca, Fasaiñán, Chordeleg, Chaguarurco y miles de lugares de la región, en referencia a la naturaleza y los elementos propios del entorno. Más tarde la historia, con sus gestas y personajes, así como la política y la vanidad intervendrían para crear nuevos ingredientes en la onomástica.

Cuando en 1557 los españoles impusieron el nombre de Cuenca a la antigua Tumipamba, recordaron a la ciudad española donde nació Hurtado de Mendoza, y las características de la geografía:

“… visto y examinado el lugar más conveniente, se trazará el dicho pueblo, el cual se ha de titular la ciudad de Cuenca, y darse la orca y cuchillo y jurisdicción civil y criminal, y la horca se hará luego en la plaza pública, en medio de ella”, era la orden del Virrey.
En los primeros tiempos de Cuenca las calles se las identificaba con nombres asociados a los templos, conventos o locales y servicios públicos: Tres Cruces, Usno, La Ronda, El Gallinazo, La Ollería, El Vado, La Calle Larga, La Suelería, San Blas o San Sebastián.

En 1822 el Cabildo, por petición del Gobernador Tomás de Heres,  impuso nombres a las calles de la ciudad, cuya superficie total cubría menos de lo que ahora es el centro histórico. La nominación no satisfizo a dicha autoridad, que reclamó se tomara en cuenta a los personajes de la independencia, empezando por el libertador Simón Bolívar.

En 1930, en 1961 y en 1974 hubo otra revisión de los nombres y en la actualidad una comisión estudia los que deberán imponerse a las calles nuevas de la ciudad que se ha extendido muy lejos por la periferia, así como modificar la nominación de otras, dando preferencia a consideraciones toponímicas, expresiones populares, tradiciones, comidas típicas o plantas y flores.

Para tener una idea de la denominación de las calles de Cuenca desde 1822 al presente, en el centro histórico, bien vale recordar la siguiente información:
La Rafael María Arízaga se llamó Sandes hasta 1931 y antes la calle Real de El Vecino; la Pío Bravo fue Tomás de Heres (1930) y  con anterioridad Ayacucho; la Antonio Vega Muñoz fue la Calle del Arrabal hasta 1930, cuando se la puso Junín y se la cambió en 1961 al nombre actual; la Gaspar Sangurima fue Calle de la Plaza hasta 1930; la José Domingo Lamar fue Rivas hasta 1930, luego Tres de Noviembre y tiene el nombre actual desde 1961; el primer nombre fue Calle de la Ronda; la Gran Colombia fue Colombia hasta 1961; con anterioridad Santander y el nombre más antiguo fue Calle de la Corte.

La Simón Bolívar lleva este nombre desde 1930. Antes fue la Calle del Sagrario; la Mariscal Sucre fue antes Benigno Malo y primitivamente Calle del Águila; la Gonzalo S. Córdova se llamaba Vásquez de Noboa hasta 1974 y con anterioridad Pola y Calle de Hércules; la Juan Jaramillo tiene este nombre desde 1961; en 1930 se la llamó Zea y con anterioridad Calle de las Secretas. La Honorato Vásquez tuvo antes los nombres de Juan José Flores, Girardot y Calle de la Merced. La Calle Larga tiene este nombre desde 1974: anteriormente fue Gonzalo S. Córdova, Cinco de Junio, San Carlos y también Calle Larga.

De oriente a occidente, la Calle Guillermo Tálbot lleva este nombre desde 1930. Antes fue Moncayo y Calle de las Armenillas; la Estévez de Toral antes de 1930 se llamó Mariscal La Mar y primitivamente, Calle de las Panaderas; la Juan Montalvo antes de 1930 fue Urdaneta y antes Calle de la Cruz; la Tarqui fue Portete y Calle del Vado; la General Torres fue Parra hasta 1930 y con anterioridad Calle del Panteón; la Padre Aguirre se llamó Solano hasta 1930, cuando se la cambió al nombre actual. Antes fue Calle de la Provisión.

La Benigno Malo se llama así desde 1930. Antes fue Boyacá y Calle del Toril; la Luis Cordero fue Calle Episcopal hasta 1930, cuando se la bautizó Carabobo y en 1961 con el nombre actual; la Antonio Borrero, primitivamente Calle del Chorro, se llamó en 1820 Calle de la Victoria, en alusión a la gesta del 3 de noviembre; antes del nombre actual, fue Juan Jaramillo; la Hermano Miguel fue la Calle de las Alcabalas, pasó luego a llamarse Pichincha, Francisco Febres Cordero en 1930 y desde 1974 Hermano Miguel; la Mariano Cueva se llama así desde 1930, luego de haber sido la Calle de Todos los Santos.

La Vargas Machuca fue inicialmente la Calle de la Soledad; en 1930 se la nominó con el nombre actual. La Tomás Ordóñez fue primero Calle de la Carnicería y más tarde Calle de la Libertad; la Manuel Vega, primero Calle de San Blas, luego Calle del Sol y en 1930 Coronel Harris; la Calle Vieja fue primero Camino Viejo o Salida a Loja y al fin Lorenzo Piedra; la Calle del Batán tuvo ese mismo nombre en la antigüedad, para llamarse General Ignacio Escandón en 1930 y desde 1974 retomó la primera nominación, Calle del Batán.

Una comisión municipal decidió la nominación de alrededor de 500 nuevas calles que se han incorporado a la zona urbana de Cuenca. Los nombres anunciados son motivo de críticas, favorables unas, adversas otras, aunque resultaría demasiado optimista esperar el consentimiento generalizado sobre un tema tan proclive a la polémica. Los comisionados han debido ingeniárselas para las denominaciones, aun revistiéndose de ingenio y algo de humor.

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