119 personas perecieron al impactarse en una colina un avión procedente de Quito a menos de medio minuto del aterrizaje en el aeropuerto de Cuenca

Restos del avión accidentado en la colina Bashún: al fondo Cuenca y la pista de aterrizaje.
 
Los aviones que llegan o salen de Cuenca pasan pocos metros sobre la casa de Isaac Vásquez, un campesino de 77 años que vive con su familia en la colina Bashún, donde el 11 de julio de 1983 se estrelló un Boeing 737-200 de la compañía TAME a pocos segundos del aterrizaje. El vuelo procedía de Quito.
 
Issac Vásquez habita en la colina donde cayó el avión en 1983
   Los 113 pasajeros y los seis tripulantes perecieron. Las tres décadas “han pasado volando” pero los familiares y amigos de las víctimas no han olvidado a los seres queridos muertos en la catástrofe. Las investigaciones concluyeron que la causa fue una falla humana.
 
   La nave, nueva de fábrica, estaba equipada con moderna tecnología para sus operaciones. El piloto, general Jorge Peña Terán, “de las diez veces que voló a Cuenca en el Boeing de TAME las ocho aterrizó: una vez retornó a Guayaquil y la última se estrelló en Bashún”, consta en la crónica con fotografías en la edición de AVANCE de julio de 1983.
 
   Aquel accidente – el último de una racha de tragedias aviatorias que sufrió Cuenca desde los años 70 del siglo pasado-, no solo truncó la vida de más de un centenar de padres de familia, empresarios, gente de cultura y jóvenes con futuro entero por delante- sino que causó un trauma psicológico en las familias mutiladas y en la sociedad, cuyos efectos tardaron en superarse.
 
Vista actual de la ciudada desde el sitio, cuando un avión se aproxima al aeropuerto Mariscal La Mar.
  Los tiempos han cambiado: ahora Cuenca dispone de un transporte aéreo seguro y ha recuperado la confianza en las compañías aéreas en diversas rutas. Por añadidura, el terminal y el aeropuerto han experimentado mejoras y se han instalado ayudas técnicas que incluyen el trayecto y las zonas de aproximación. 
 
   Aquella  lamentable tragedia es parte de la historia de la aeronavegación ecuatoriana, ignorada por los jóvenes, para quienes será una novedad que tan cerca de Cuenca cayera un avión apenas a segundos del aterrizaje en el aeropuerto Mariscal La Mar, cuya pista se ve muy próxima desde el sitio del impacto.
 
   El campesino Isaac Vásquez se ha acostumbrado al rugir de los aviones que pasan rozando la cubierta de su casa en la colina Bashún, en la parroquia Ricaurte. “Una vez un avión pasó tan bajo –dice- que el techo de zinc voló por los aires por la fuerza del viento: cuando reclamé, nadie me hizo caso. Para los pobres no hay justicia”, dice resignado.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fragmentos del avión destrozado al chocar contra la loma.
 
 
 
 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233