Por Eugenio Lloret Orellana

 

Eugenio Lloret Enero, mes de reflexión sobre el periodismo ecuatoriano, ahora más que nunca, a la evocación de Espejo y Solano, pioneros de la profesión en el país y en Cuenca
   
   

 

El día del periodista ecuatoriano es el cinco de enero, aniversario del periódico “Primicias de la Cultura de Quito“, editado por Eugenio Espejo en 1792. El patrono del periodismo pagó su profesión con el destierro, la cárcel y la muerte. Espejo es un espejo para el periodista.
 
El 13 de enero se celebra el día del periodista azuayo en recordación al “Eco del Azuay“, primer periódico de Cuenca que circuló un 13 de enero de 1828, en donde su fundador Fray Vicente Solano dio a conocer su utópico proyecto de fundación del Imperio Republicano de los Andes, en momentos en los que la Gran Colombia de Bolívar naufragaba vencida por la ambición y la demagogia de los caudillos.
 
Solano anduvo con pasión – que siempre lo creyó recta y bien dirigida – largos monótonos años, entre la penumbra de la colonia y los albores de la república, a la par del ambiente medieval y medio oscuro de Cuenca, estereotipando su perfil de polemista, panfletario insultador, porque convencido de su verdad la defendió a todo trance con pasión iracunda.
 
Evocar a Espejo y Solano es tributar homenaje a la pasión y el combate amalgamados en una pluma que hizo del periodismo expresión de severidad y reciedumbre, no a ese periodismo enteco, condicionado a los altibajos del día y a los menesteres trampolinescos que no faltan en este oficio cuando –por mala suerte – cae en manos del trampolín y el oportunismo.
 
El periodismo es pasión; quizá no hace falta repetirlo, pasión que exalta, que alumbra, que deslumbra. La pasión que enciende en los gavilanes de la pluma o en las teclas de un computador las verdades del tiempo; como esa pasión que carcomía los nervios delgaditos y amargos de un Solano; como la pasión que estatuizaba a un Espejo; como esa pasión que convirtió en Tántalo de la prensa a un Juan Montalvo; como la pasión que levantaba turbiones y polémicas en la pluma de un José Peralta; como la pasión que le obligaba a abrirse campo a codazo limpio sobre los escombros de un liberalismo machetero, o a un Manuel J. Calle; como la pasión que encendía claridades en la sotana negra de un Terán Zenteno; 
 
 
esa pasión que sin ser la de los humores negros de la melancolía montalvina, tenían los periodistas de La Escoba para entregarnos “cuando les daba la gana“ una versión distinta de hacer periodismo.
 
Más, ahora esa pasión ha dejado de palpitar, de alumbrar como antaño, por más que el ejercicio del periodismo sea para muchos una militancia con obligados ribetes de sorda guerra, o como decía el propio Solano – burlándose de uno de sus contrincantes – manera de ser escritor “ de panza al trote “, quisiéramos reparar en torno a la grave crisis que afecta de años atrás a la Federación Nacional de Periodistas ( FENAPE ) sumida en una mediocridad silenciosa y cómplice como ocurre también con la UNP a nivel nacional, club social que apenas sirve para devolver las cuotas de los socios con el agasajo navideño, así como la entrega siempre controvertida de premios y condecoraciones, mientras los periodistas continuamos huérfanos por el camino fatigoso y duro, abriéndonos a veces paso con dureza y verdad para llevar hasta los distintos ámbitos de la opinión pública las palpitaciones y el ritmo de la prensa diaria, todo en medio de una precaria situación laboral que ignorada por una gran mayoría de dueños de las empresas periodísticas, mereció la preocupación del actual Gobierno, que al poner en vigencia la Ley que ahora nos rige hizo posible una nueva escala salarial.
 
La FENAPE y los Colegios de Periodistas son un membrete y sus “presidentes“ engordan y dormitan.Y para decirlo en el lenguaje de nuestros campesinos: “Sí bien es época de hacienda flaca, también lo es de garrapata gorda“. Y en medio de esta orfandad nos encontramos con un periodismo de inquina, noticias irreverentes, descontextualizadas y, lo que es peor, algunos persiguen fines propios, empresariales o políticos. La crítica que recibimos es merecida.
 
La crisis de representación y la mediocridad silenciosa de la FENAPE no puede continuar por más tiempo y es hora de frenar el grado de confrontación al que se ha llegado entre un sector de la prensa con el Gobierno, resultando víctimas de acoso mediático bajo la acusación de “prensa corrupta“ un sector respetable de periodistas y medios de comunicación.

 

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