Por Yolanda Reinoso*

La ciudad iluminada es hermosa y el municipio ofrece en el lugar un espectáculo de luces y sonido que, visual y auditivamente, da un ambiente de celebración… Por el río Perla pasan barcos típicos con sus velas rojas y los altos edificios iluminados con letreros anuncian productos de marcas famosas en Occidente
 


La “Avenida de las Estrellas” de Hong Kong es un paseo de la fama que se inauguró en el 2004 con una prontitud increíble, pues el proyecto se había planteado apenas un año antes con el fin de añadir otra zona turística a las varias que caracterizan a la “ciudad de los rascacielos”.
 
El paseo rinde homenaje a las estrellas que han puesto en alto el nombre de la península asiática en el mundo cinematográfico. Dada la existencia previa de otros sitios similares en distintas ciudades del mundo, no se puede alabar por su originalidad. Lo que lo hace especial son las estatuas que lo adornan y la vista que se tiene del río con los edificios que perfilan la urbe al otro lado.
 
El largo paseo pavimentado ubicado en el puerto Victoria tiene el atractivo de que permite a la gente posar con las estatuas y las placas con estrellas en una suerte de juego en el que se mezcla la cotidianidad de los seres más comunes, con la fama que rodea a los personajes que hemos visto en películas.
 
La primera estatua es una reproducción de la estatuilla que reciben como premio los actores y actrices en Hong Kong, similar al Oscar estadounidense, pero es una mujer estilizada parada de puntillas, elevando hacia lo alto una esfera en su mano izquierda; la figura está envuelta en una tira de cinta para filmar, dando la impresión de un vestido ajustado.
 
Cada abril, los premios se entregan a famosos del cine asiático. Quizá los más conocidos en nuestro medio son Jackie Chan y Bruce Lee, lo cual explicaría el gran número de turistas que siempre es posible ver esperando su turno para fotografiarse en el espacio correspondiente: una estrella para el primero y una estatua para el segundo.
 
Las acrobacias tan conocidas de Bruce Lee son ciertamente difíciles de representar en una estatua de bronce, pero la que posa en la avenida tiene mucho mérito; se halla en actitud de lucha, dejando ver el musculoso cuerpo del maestro de las artes marciales, exponiendo con gran evidencia la fuerza propia de quien está acostumbrado al combate técnico. Su boca abierta emite un grito que resulta fácil de reproducir en la imaginación si se posee familiaridad con la voz del actor. La estatua tiene una altura de dos metros y está colocada sobre una piedra para dar un efecto más imponente.
 
Sin embargo, hay otras estatuas que, pese a no ser tan reconocidas, llaman igual la atención de la gente. Está la de un precioso puerquito cuyo nombre, poco conocido al menos para mí, aparentemente es muy afamado en el mundo de Lejano Oriente. Bautizado como “McDull” por las artistas chinas que lo crearon para una serie de tiras cómicas, un guía explica que su popularidad tiene que ver con el aspecto emocional de su personalidad, pues si bien el personaje no es muy inteligente, tiene una vida común y corriente sin mayores logros e incluso continuos fracasos en sus intentos por llevar a cabo proyectos poco realistas, la sociedad china gusta del personaje por su bondadoso corazón. Lo interesante es que este perfil apela a público de todas las edades y no solamente a los niños, para quienes fue creado el personaje.
 
Otro grupo de estatuas evoca el trabajo de los camarógrafos y demás asistentes de estudio.
 
Al paseo hay que ir también durante la noche, puesto que la ciudad iluminada es hermosa, y además porque el municipio ofrece en el lugar un espectáculo de luces y sonido que, visual y auditivamente, da un ambiente de celebración, como si se estuviese en una ceremonia de premiación. Por el río Perla pasan incesantemente barcos típicos de la zona con sus velas rojas y, al fondo, los altos edificios están iluminados con letreros que anuncian productos de marcas famosas en Occidente. No se trata solamente de la apertura de Hong Kong al mundo, sino que para quienes conocemos Manhattan muy bien, es imposible no tener sensaciones de “déjà vu”, especialmente de Times Square en la ciudad neoyorquina, ya que el diseño de las zonas más modernas de la ciudad asiática, ha seguido la misma línea de las grandes metrópolis occidentales.
 
El paseo de la fama en Hong Kong es una muestra de que la industria cinematográfica en el Lejano Oriente no se ha quedado detrás de Hollywood o Bollywood, y promete crecer aún más, proveyendo de una identidad propia a quienes hacen del séptimo arte una forma de interpretar la cultura china de esta zona peninsular, así como la del resto del territorio chino.
 

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