Él se llama Henry y ella Angie, protagonistas del drama de dos personajes distintos con una sola identidad: el varón se dedica a simular lo que es, y la mujer, lo que no es. O quizá a la inversa, que es lo mismo

La fiesta familiar del 31 de diciembre de 2010, con máscaras y disfraces, fue un hito en la vida de Henry, cuando en medio de la celebración abrazó a su madre y confesó ante todos: “Yo soy gay, mami”, le dijo, abriendo un silencio súbito y conmovedor. Vestía de mujer, como muchos jóvenes, en la noche de fin de año.

Entonces nació Angie Queen, el nombre que llevaría en adelante una vez aceptada su preferencia sexual que siempre había sido motivo de tormentos psíquicos de los que acabó por liberarse para vivir y actuar ante el mundo tal cual había llegado a él, aunque con facciones masculinas.
 
Hoy Él-Ella tiene 37 años y vive con la serenidad segura de su condición “normal”, como es “normal” la de los seres heterosexuales que no se hacen problemas de vivir su vida tal cuales son. “Yo soy transformista –dice- y me siento cómoda y feliz de vestir ropas femeninas y actuar con la delicadeza y finura quizá más allá que las propias mujeres”.
 
No  le fue fácil llegar a donde ha llegado, de manos de Angie. En la infancia empezó a sufrir, solitaria y dolorosamente, la diferencia con los compañeros escolares, ocultando la innata predilección por los varones e identificándose con las niñas. Una lucha interior le atormentó siempre, batallando solo, entre el temor y la vergüenza, frente a una realidad imposible de negarla y que ante la concepción social era una pecaminosa aberración.
 
Las dudas sobre su sexualidad se intensificaron en la secundaria en el colegio Bilingüe Interamericano. El esfuerzo inútil de actuar como varón acabó por convencerle de que en su cuerpo había una mujer empujándole hacia el sexo opuesto. En quinto de bachillerato se inventó amar a una joven y le propuso matrimonio. “Me engañaba, quizá para ocultar mi verdad, y acabé la relación que no encajaba en mis tendencias sexuales y quién sabe adónde me habría llevado”,dice.
 

Luego, en la vida universitaria, iría consolidando su identidad, oculta por el tabú de los prejuicios y el temor al rechazo, al punto que nadie sospechó de su tendencia. Los estudios de administración de empresas y luego comunicación social en la universidad católica quedaron truncos, precisamente, debido la inestabilidad emocional derivada de sus pesarosas incertidumbres.
 
Por eso fue a buscar otros mundos en Guayaquil, donde encontraría libertad para vivir su propia vida. La vocación por el teatro – su vida misma había sido una trayectoria dramática- le llevó a actuar en los canales de TV Ecuavisa y TC, en las series Casos de la Vida Real y Solteros sin Compromiso, con notable éxito, en papeles secundarios. También fue asistente de Recursos Humanos en una exportadora de camarón. La vida en la costa le permitió afianzar su homosexualidad y aceptarla con naturalidad, al punto que por varios años hizo pareja con un varón al que se entregó sin prejuicios.
 
Una vez convencido de aceptarse como era, retornó a Cuenca decidido a descubrirse también ante los demás tal como era: fue entonces cuando en aquella noche de fin de año confesó a la madre, ante la  familia entera, que el vestuario que llevaba era mucho más que un disfraz en la tradicional temporada de inocentes.
 
Libre de prejuicios y complejos, Henry-Angie, identificado consigo mismo, seguro de sí, actualmente está involucrado en activismo por la defensa de los derechos humanos en todos los ámbitos, no solo en el que involucra a la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trasvestis e Intersexuales (LGBTI), de la que forma parte. 
 
Su pasión es el teatro, el baile, la danza, junto al liderazgo juvenil frente a los compañeros –amigos y amigas- identificados en común diversidad sexual. Desde que el Gobierno Provincial del Azuay creó el Departamento de Equidad de Género, es uno de los voluntarios de esta área, ofreciendo talleres, cursos y promoviendo diálogos, charlas y discusiones sobre temas de los derechos de todos los seres humanos, sin discriminación alguna, tal como manda la Constitución de la República. La organización a la que pertenece, denominada Silueta X, cuenta con un local en dicho departamento.
 
“Yo no mezclo el trabajo con la vida privada de las personas y estoy convencida –cuando habla de sí mismo se alude en femenino-, de que cualquiera sea la identidad sexual, cada individuo tiene capacidades físicas e intelectuales para desenvolverse en igualdad de condiciones en las responsabilidades públicas o privadas”, afirma. Refuta la generalización con la que usualmente se encasilla a los integrantes de la comunidad LGBTI en la prostitución, sin considerar que este “oficio” nada tiene que ver con las preferencias sexuales de las personas. 
 
En el Ecuador se ha avanzado mucho en la comprensión hacia personas como Henry-Agie, pero todavía hay discrimen que sufren,  más que él, otros integrantes de la comunidad LGBTI. Él se ha acostumbrado a sentir a las espaldas ciertas actitudes de burla de gente que apenas disimula el malestar frente a su presencia y desbarata con prudente reacción las conductas malintencionadas.
 
Hasta los 22 años hizo el papel de varón frente a las mujeres, mintiéndose a sí mismo, forzándose, pero a partir de entonces se sinceró consigo y está tranquilo. Diariamente viste de hombre y los atuendos femeninos, que se esmera en lucirlos con elegancia, los usa para eventos, cuando actúa como animadora o asiste a discotecas “de ambiente” o alternativas que, por cierto, hay varias en Cuenca. El maquillaje extravagante, las lentejuelas y los colores femeninos le fascinan, como los  tacos altos que elevan 15 centímetros su estatura por sí alta, dándole una corpulencia monumental con la que es feliz exhibiéndose ante sus admiradores-admiradoras. Henry-Agie está involucrado en el movimiento internacional Drag Queen (Reina de Fantasía, es una de las traducciones), que se caracteriza por la exageración en los rasgos femeninos de los transexuales.
 
Quedaron para el recuerdo –mal recuerdo- aquellos tiempos de incertidumbre, desconfianza, temores, incomprensiones, cuando inclusive, como buen católico, iba a decir sus pecados en los confesionarios ante curas que, a veces le mandaban al infierno y no le perdonaban, u otros que le comprendían y le recomendaban evitar aberraciones o excesos, aconsejándole como hicieran con los heterosexuales. “Dios me ha hecho así”, dice con aplomo, convencido de no hacer daño a nadie.
 
 
Ordenanza municipal en debate
La Municipalidad de Cuenca tramita la Ordenanza para la Inclusión, el Respeto y Reconocimiento de la Diversidad Sexual y Sexo-genérica en el cantón. Está aprobada en primera y debe ser discutida por segunda vez.
 
Se trata de un tema polémico, que inclusive provocó que algunos ediles abandonaran una de las sesiones para que no hubiera quórum.
 
La Constitución de la República reconoce el derecho de las personas a ejercer libremente, sin discrimen, su sexualidad. El 27 de noviembre de 1997 el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el artículo 516 del Código Penal, que consideraba un delito la homosexualidad y desde 1973 la comunidad científica dejó de catalogarla como enfermedad.
 
La Constitución es reiterativa en la protección del derecho a la orientación sexual de las personas. De alguna manera, la Ordenanza repite lo que en ella consta y va más allá, al proponer la creación de La insignia Derechos LGBTI-27 de Noviembre de 1997 “que se otorgará a la persona natural o jurídica que se haya destacado por su pensamiento y acción en la defensa y el fortalecimiento de los derechos de las personas LGBTI en el cantón, presea que será entregada en la sesión solemne que se desarrolla con motivo de la Fundación de Cuenca, el 12 de abril de cada año”.
 
En la sociedad ecuatoriana –particularmente de Cuenca- es notoria la comprensión y tolerancia frente al debate y la presencia de diferencias sexuales entre personas que, hasta no hace mucho vivían y actuaban en la clandestinidad. No obstante, persisten aún, en determinados sectores –inclusive públicos y municipales- el rechazo a aceptar lo que la sociedad y la Constitución acogen y prescriben. 
 
El calor por el tema de   la sexualidad volverá a cobrar intensidad cuando en el seno municipal se decida incluir en el orden del día la segunda discusión de la Ordenanza aprobada en primera.

 

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