Por Ángel Pacífico Guerra
 
Como pocas veces la cúpula gobernante ha sido reiterativa en promover cambios y transformaciones, para dejar atrás para siempre el pasado: pero asimismo como pocas veces en la historia, se ha visto que bajo esa misma cúpula habitan personajes que  se reciclan en los altos cargos públicos, capaces de abordar las más polifacéticas responsabilidades administrativas del país.
 
¿Serán tan expertos y sabios para caber en cualquier función pública? No es de plena aceptación ciudadana esta “remoción” burocrática con los mismos personajes camaleónicamente uniformados para encajar en cualquier alto cargo público, incluidos los eminentemente técnicos o estratégicos.  Lo que menos ha habido en los últimos siete años y más, es renovación en el Gabinete de la Revolución Ciudadana. Esta política gubernamental, cada vez convence menos y aporta al deterioro acumulado del régimen democrático que todos esperan, en fin…
 
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El problema limítrofe entre algunas provincias ecuatorianas no encuentra caminos acertados para llevar a buen destino. Al menos eso es visible en el conflicto “fronterizo” entre Azuay y Guayas.  Es increíble que a estas alturas del siglo XXI todavía no se pueda fraternizar  entre compatriotas que habitan  un territorio tan pequeño como el del Ecuador. Urge invocar la sensatez y patriotismo de las autoridades de las provincias involucradas en el conflicto, para que los pobladores de esos sitios empiecen a ver más allá del miope horizonte del terruño comarcado. No es útil, conveniente, ni cívico ni lógico, que frontera adentro del Ecuador persistan estas manchas oprobiosas de dimensiones menos que regionalistas.
 
 
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El 17 de septiembre fue una fecha marcatoria de un antes y un después en la administración del Presidente Rafael Correa Delgado. Al menos eso fue claro en Cuenca, donde una marcha respetable –por el número y la variedad de signos políticos participantes- mostraron que se agrandan ciertas expresiones de descontento, cada vez más inocultables. Además, aquella marcha fue el mayor desafío al gobierno, en lo que va de su administración, lo que podría llevar a que cada vez el temor se aleje de los disidentes del régimen, con las consecuencias imprevistas que suelen acontecer según lo han demostrado episodios no olvidados de la reciente historia nacional. Es conveniente para los gobernantes evitar que puedan llegarse a extremos que acaben por echar al traste sus propias conquistas, que muchas las tiene.
 
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En la capital de la República las marchas fueron violentas, casi como las que ocurrían en épocas aún no olvidadas y temidas. Varias decenas de estudiantes –y no estudiantes- acabaron presos por atentar contra la seguridad pública y en especial, la integridad de los agentes del orden. El Código Integral Penal recién puesto en vigencia sanciona con severidad tales actos perturbadores, pero quizá conviene que, con la voluntad de superar la conflictividad política que entrañan,  encuentren en el ánimo oficial la predisposición para que no vayan a situaciones mayores. A fin de cuentas, la vida y el futuro de esos jóvenes, valen más que el escarmiento que se pueda aplicar en ellos.
 
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Y Cuenca empezó su temporada festiva. Las candidatas a Reina exhiben sus encantos y con afecto a su ciudad, participan con entusiasmo en el torneo galante del que una de ellas será la seleccionada por sus méritos personales, por su belleza física y espiritual y su inteligencia.  Es oportuno recordar que  desde hace varios años, la capital azuaya si festeja su fecha cívica mayor con alegría y entusiasmo, como no ocurría en tiempos que tampoco son olvidados.
 

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