Los colores de la infancia brotan espontáneamente de la belleza natural a través del pincel de Josefina Flándoli Sánchez. Una muestra de su producción, nominada Evocaciones, exhibió en abril el Salón del Pueblo de la Casa de la Cultura

Ella pinta desde antes de ir a la escuela de las monjas Catalinas cuando tenía cuatro años. “El mejor regalo que yo podía recibir era una cajita de pinturas para garabatear lo que se me ocurría”, dice. Al terminar el colegio, de 16 años de edad, era una experimentada pintora, para quien el arte sería parte de su vida.
 
   Para perfeccionar sus destrezas con formación académica fue a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Cuenca, que la abandonó en un año, sin acostumbrarse a la imposición de técnicas cromáticas, de la luz, de las sombras, del claroscuro. “Yo soy una pintora Naif y lo que nace libre y espontáneo es la base de mi creación artística”, afirma. También asistió a la facultad universitaria de Sicología, sin terminarla, para dedicarse a lo suyo.
 
   En sus cuadros vive lo más genuino de la cultura popular cuencana, las costumbres, las fiestas, las tradiciones, la gente del pueblo en las tiendas y talleres, en los portales, en los templos o en los ambientes de los domicilios con sus muebles, las paredes con tapices, estampas religiosas y retratos. Las flores, los jarrones y maceteros, así como las artesanías de cerámica o de metales, rescatan en sus cuadros los valores patrimoniales.
 
   La madera y el acrílico son los soportes de su predilección. “Lo más genuino de la naturaleza se encuentra en la madera, que a diferencia del lienzo, tiene una gran potencia abrasiva que imprime una sensación de relieve en la pintura”, dice.
 
   Josefina prefiere trabajar la noche, luego de concluir el horario laboral y las obligaciones del quehacer doméstico. “Soy nochera y me concentro en el taller, empezando por escribir en la madera alguna frase que describa mi estado de ánimo, que queda luego cubierta con la pintura: pintar es un ejercicio emocional y espiritual, para expresar lo que se siente con libertad, a través del tema que una quiere”. 
 
   Su primera exposición individual data de 1986, en la Galería Calé de Queso, en una casa patrimonial al oriente del centro histórico de la ciudad. Luego, con frecuencia, sus cuadros han sido exhibidos en las galerías más importantes de Cuenca y en salones de la Casa de la Cultura y entidades bancarias. En 1999 la UNICEF incluyó pinturas suyas para promocionar estampas navideñas con fines benéficos, y lo hizo por cuatro años consecutivos.
 
   Cuadros de su creación han sido expuestos en Holanda, Nueva York, París y Beijing, y también en galerías de Bélgica y Mónaco. En esta sección aparece una muestra de la variada producción de Josefina Flándoli, expresada en lenguaje plástico sencillo a través de los temas, los colores, los lugares y personajes inconfundibles de la vida y la cultura de Cuenca.
 

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