Cuenca está de fiesta en este mes, pero el paréntesis de la conmemoración histórica de la Independencia no es motivo para detener la marcha de la vida cotidiana que, a través de los sectores públicos y privados y de los ciudadanos, prosigue sin tropiezos.

   La oportunidad invita a que este período de regocijo sea también de reflexión, pues la vida continúa. Es saludable que también esta vez, la celebración se desenvuelva en un ambiente de sosiego y paz social, que mucha falta hacían en tiempos no muy lejanos en los cuales, precisamente, se aprovechaba de estas temporadas para politizar necesidades y reclamaciones.

Cuenca está en marcha, pese a los avatares por los cuales el país entero vive expectante tensión hacia el futuro inmediato, especialmente en lo económico. La ciudad está afectada en su movilización por obras que temporalmente alteran la circulación, como el proyecto Tranvía. Pero todo el tiempo de sufrir los malestares será corto ante las perspectivas de la obra cuando esté en funcionamiento. Es admirable la madurez con la que el pueblo y sus autoridades han concertado para aceptar las incomodidades y sufrimientos: lo que importa es el mañana, el futuro de las nuevas generaciones.

Al saludar a Cuenca –como a ciudades vecinas que conmemoran sus fechas de independencia-, no podemos menos que expresar la congratulación por la acogida con la que, mes a mes, un medio de comunicación de Cuenca, con esforzado impulso, está presente en los sectores sociales y en la entraña popular de la ciudad.

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