NUEVA YORK (IPS) - Jaha Dukureh sufrió en carne propia los efectos atroces de la mutilación genital femenina. A ella, que vive en Estados Unidos, se la practicaron en Gambia cuando era bebé. Su hermana murió desangrada tras sufrir el mismo procedimiento.
Kitty Stapp
Lo que se le hizo a Dakureh se llama “infibulación”: se extirpan el clítoris y los labios y se sella la vagina para asegurarse de que la niña llegue virgen al matrimonio.
Antes de la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, a África, en julio, Dakureh, ferviente activista contra la mutilación genital femenina, urgió al mandatario a “desempeñar un rol histórico en la lucha” para eliminar este flagelo. “Aunque los orígenes de la mutilación genital femenina son antiguos y previos a la religión organizada, hay una cosa sobre la que tenemos certeza: su propósito es controlar la sexualidad femenina y reducir la humanidad de las mujeres”, escribió en un artículo para el periódico británico The Guardian.
La mutilación genital femenina es un tema tabú en muchas culturas. Crédito: Travis Lupick/IPS |
En los últimos 15 años, la cantidad de mujeres y niñas en riesgo de ser sometidas a esta práctica en Estados Unidos más que se duplicó, alertan organizaciones de activistas, reclamando medidas más enérgicas para impedir esta violación a los derechos humanos. Según datos del Buró de Referencia Poblacional, organización independiente con sede en Washington DC, 506.795 niñas y mujeres en Estados Unidos fueron sometidas a esta operación o corren riesgo de serlo.
“Es importante que este asunto deje de ser un tabú”, dijo Paula Kweskin, abogada experta en derechos humanos en diálogo con IPS. Ella produjo la película documental “Honor Diaries” (los diarios del honor), que aborda el problema de la ablación femenina. “Es necesario que se debata a todos los niveles, para que pueda abordarse y erradicarse. Cuando se lo barre bajo la alfombra, mujeres y niñas son revictimizadas por el silencio y la inacción”, añadió.
“Políticos, médicos, policías, maestros y líderes comunitarios, todos tienen un rol que cumplir en garantizar que las niñas puedan recibir la ayuda que necesitan y merecen. No hay excusas para este tipo de abuso”, declaró Kweskin.
Entre las 10 principales áreas metropolitanas donde mujeres y niñas corren mayor riesgo de sufrir mutilación genital femenina figuran Nueva York, Washington Minneapolis-Saint Paul. El Buró señala que esta práctica, que conlleva la remoción parcial o total de los genitales externos de niñas y mujeres por motivos religiosos, culturales u otros, no médicos, tiene devastadores efectos sanitarios y sociales, tanto inmediatos como a largo plazo, especialmente los relativos al dar a luz.
La mayoría de las niñas en riesgo viven en África subsahariana. En Yibuti, Guinea y Somalia, por ejemplo, nueve de cada 10 adolescentes de entre 15 y 19 años sufrieron mutilación genital. Pero la práctica no se limita a los países en desarrollo. Un informe divulgado en julio por la Universidad de la Ciudad de Londres y la organización Igualdad Ahora estima que 137.000 mujeres y niñas padecieron la ablación en Gran Bretaña.
En Estados Unidos, según el Buró, los esfuerzos por impedir que las familias envíen a sus hijas al exterior para que allí las sometan a esta tradición (en lo que se conoce como “corte de vacaciones”) dispararon la aprobación de una ley en 2013 que vuelve ilegal transportar a una niña fuera del país a sabiendas de que el fin del viaje es mutilar sus genitales.
“Urgimos a Estados Unidos a brindar una actualización pública sobre sus planes para garantizar que todos los esfuerzos por erradicar la mutilación genital femenina sean sostenibles y apoyados con financiamiento y alentando los esfuerzos del Estado a tal fin en los ámbitos locales”, dijo el mes pasado la directora de políticas de Igualdad Ahora, Shelby Quast.
La población estadounidense “no quiere pensar que esto ocurre aquí. Pero sus hijas pueden estar sentadas junto a una mejor amiga que puede estar siendo sometida a un procedimiento cultural violento”, señaló a la Radio Nacional Pública. “Si les cortaran la nariz o la oreja —algo que todos pudieran ver—, la respuesta sería otra. No podemos continuar escondiendo esto”, enfatizó.
El Congreso legislativo de Estados Unidos ya había aprobado en 1996 una ley que ilegalizaba practicar mutilaciones genitales femeninas, y 23 estados poseen leyes contra esta costumbre, que ha aumentado en parte por la mayor inmigración desde países donde es prevalente, especialmente en el norte de África y en la región subsahariana.
Según el Buró, entre 2000 y 2013 la población africana nacida fuera del continente más que duplicó, pasando a 1,8 millones. Apenas tres países de origen (Egipto, Etiopía y Somalia) representaron 55 por ciento de todas las mujeres y niñas estadounidenses en riesgo en 2013.
“Esta es una práctica bárbara y completamente innecesaria, que causa daños físicos y psicológicos devastadores para incontables niñas y mujeres en Estados Unidos y países de todo el mundo”, dijo Raheel Raza, presidenta del Consejo para los Musulmanes que Enfrentan el Mañana.
Esta activista por los derechos humanos es una de las mujeres musulmanas que aparecen en el documental “Honor Diaries”, que rompe el silencio sobre la mutilación genital y otros abusos contra mujeres y niñas.