Aborto no debe ser un crimen”, reza un cartel durante una de las numerosas manifestaciones en Brasil a favor de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Crédito: Cortesía de Distintas Latitudes

Los movimientos religiosos son los más recalcitrantes defensores del derecho a la vida hasta en los extremos casos en los que las mujeres corren el riesgo de perderla o pueden traer al mundo a seres humanos con atrofias insanables

RÍO DE JANEIRO (IPS) - El momento es adverso, de avance de grupos conservadores y religiosos especialmente en el parlamento, pero la epidemia del virus de zika acompañada de un brote de microcefalia renueva la discusión sobre aborto en Brasil.

“Un llamado a la sociedad para debatir de forma racional y con generosidad” una revisión de la ley que penaliza la interrupción del embarazo, hizo la abogada Silvia Pimentel en esa dramática situación generada por el virus zika.
 
   Pimentel, integrante del Comité de 23 expertos independientes que vigilan el cumplimiento de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), defiende el derecho al aborto en caso de “anomalía fetal grave e irreversible”, un paso adelante en la dura legislación brasileña.
 
   En Brasil una ley de 1940 define como crimen contra la vida poner fin a la gestación, estableciendo dos excepciones, una cuando el aborto es “necesario” como la única forma de salvar la vida de la mujer embarazada y otra si el embarazo es resultado de una violación. La anencefalia se incorporó como “tercer permiso legal”, por un fallo de 2012 del Supremo Tribunal Federal (STF), basado en el hecho de que, sin cerebro, el feto no sobrevive fuera del útero.
 
“Ahora es distinto, microcefalia no es como anencefalia, en términos de vida extrauterina, para el feto anencéfalo el útero actúa como una unidad de terapia intensiva, muchos mueren incluso antes de nacer”, destacó Clair Castilhos, secretaria ejecutiva de la Red Feminista de Salud, Derechos Sexuales y Reproductivos.
 
   La microcefalia, o cerebro pequeño, indica graves deficiencias neurológicas pero no necesariamente inviabiliza la vida. “En este caso se trata de discutir el derecho de la mujer a elegir si mantiene o no el embarazo, con la gestante y su compañero, conociendo que el hijo podrá sufrir graves problemas”, aclaró esta farmacéutica y bioquímica especializada en salud pública.
 
   Si el SFT, instado a pronunciarse sobre el tema, acoge la demanda de las feministas, será “un cuarto permiso”, acotó. “No será aún lo que defendemos, el derecho de todas las mujeres a decidir sobre el embarazo en cualquier circunstancia”, no como “crimen permitido” en algunos casos, lamentó en entrevista con IPS.
 
   Será difícil, sin embargo, aprobar esa excepción adicional. El aborto, en cualquier circunstancia viola “el primer derecho humano que es la vida”, arguyen los opositores, encabezados por los movimientos religiosos. Condenaron incluso su despenalización en el caso de fetos anencéfalos, sosteniendo que la vida empieza en la fecundación.
 
“Práctica eugenésica”, es la nueva acusación, diseminada por las redes sociales, a los que quieren impedir el nacimiento de microcéfalos, sugiriendo que tienen similitudes con los nazis. La eugenesia sucede cuando el Estado, de forma autoritaria, interviene dictando decisiones, controlando úteros, y no cuando se quiere libertad para que las mujeres decidan como planificar su familia, contrarrestó Débora Diniz, investigadora del Instituto de Bioética Anis y de la Universidad de Brasilia, en entrevistas y artículos de opinión.
 
Diniz integra un grupo de juristas, feministas y otros activistas que pretende pedir al STF un fallo sobre el aborto en caso de microcefalia, repitiendo el proceso sobre la anencefalia, que comenzó en 2004 y solo se sentenció en 2012.
 
   Hasta el 30 de enero, Brasil ya tenía 404 casos comprobados de recién nacidos con microcefalia, contando desde octubre, cuando se identificó el brote relacionado con la epidemia del zika. Siguen en investigación 3.670 casos.
 
Hubo 76 muertes asociadas al cerebro reducido o anomalías del sistema nervioso central, antes o después del parto, pero solo cinco tuvieron el virus zika identificado en el tejido fetal y otras 56 siguen bajo investigación.
 
Diecisiete de los niños nacieron con malformación cerebral comprobadamente vinculada a la infección de sus madres por el virus zika, transmitido por el mosquito Aedes Aegypti , que también es vector del dengue y del chicungunya.
 
   Las tres enfermedades provocan fiebre, más moderada e intermitente en el caso de zika, que también presenta dolores, erupciones e irritación en la piel, pero menos intensas que las otras dos. Por ello muchos infectados de zika no dan importancia a los síntomas y eso dificulta registrar la cantidad de enfermos.
 
El gobierno no tiene datos siquiera estimados de las víctimas de la epidemia y solo ahora decidió hacer obligatoria la notificación de los contagiados.
 
   Por dengue hubo 1.649.008 enfermos registrados por el Ministerio de Salud en 2015, con 863 muertos, 82,5 por ciento más que en 2014. Este virus está más diseminado y es más letal, pero parece conmover menos a la población que el zika.
 
La microcefalia, una consecuencia restringida a las parejas en edad fértil, tiene un impacto más movilizador. Su asociación con el zika ha sido establecida por investigadores brasileños y la Organización Mundial de la Salud precisa que aún no está comprobada plenamente una razón causal entre las dos enfermedades, pero el primero de febrero declaró una emergencia sanitaria de nivel mundial por la epidemia del zika y el aumento de los trastornos neurológicos y las malformaciones congénitas.
   En Brasil, el Aedes solo provocó la decisión nacional de contener su proliferación al afectar la niñez de una forma perversa. Una campaña con 220.000 militares, otros miles de funcionarios y movilización popular fue lanzada por el gobierno a fines de enero. Brasil tendrá “una generación de afectados con secuelas”, si no logra eliminar el mosquito, dijo el ministro de Salud, Marcelo Castro, criticado por sus contradictorias declaraciones sobre la epidemia.
 
Pero el gobierno quiere responsabilizar a la sociedad por el combate al Aedes, sin asumir su responsabilidad en la precariedad del saneamiento básico del país, dejando “basura y agua estancada por todas partes”, componiendo un inmenso criadero de mosquitos, dijo a IPS Volnei Garrafa, una gran referencia nacional en bioética. 
 
En el debate que se renueva sobre el derecho al aborto, sería importante contar con un consejo de bioética, como los que ya existen en Europa e incluso en algunos países de América Latina,  región donde la interrupción voluntaria del embarazo permanece ilegal, salvo pocas excepciones y causales muy restringidas.
 
    Las propuestas parlamentarias en trámite caminan al revés, buscan restringir el derecho al aborto en el caso de violación, imponiendo exigencias humillantes a las víctimas que prácticamente inviabilizan la medida. “El STF se ve obligado a cubrir los vacíos legislativos, con el riesgo de producir una corrosión del Estado democrático, por la inversión de poderes, con el Judiciario legislando en lugar del parlamento”, advirtió Garrafa.
 
   El máximo tribunal del país emitió en las últimas décadas fallos sobre temas complejos, como bioseguridad y uso de células embrionarias, en que expertos en evaluar conjuntamente cuestiones biológicas y éticas ayudarían a superar o atenuar controversias, cree el fundador de varias instituciones brasileñas y latinoamericanas de bioética. El brote de microcefalia es traumático, pero representa una oportunidad para el debate sobre aborto y saneamiento.

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