Los estímulos positivos, el ambiente tolerante, la actitud humana comprensiva, fueron sus armas para lograr la transmutación de seres amargados y abrumados por la difícil tarea de existir, por otros que logran convencerse que se puede vivir positivamente, pese a las dificultades y carencias con los que tropiezan a cada paso *

Se fue el instante menos advertido, con esa energía admirable para trazar metas y conseguir logros íntimamente deseados. Siempre entusiasta y persistente, con ese poderoso don de mirar el trasfondo de la vida, con entusiasmo y espíritu auténtico, para comprobar que todo obstáculo es susceptible de cambio, impulsado por influencias sociales positivas, y que la vida puede ofrecer esa oportunidad a quien actúa con buena fe, constancia y profunda comprensión humana.

Tal vez, cuando Jorge Crespo Toral maduró y advirtió que poseía decisión y energías para conseguir aquellos logros sociales que se había impuesto, no con el afán de brillar y aparecer como hombre de profunda solidaridad humana, sino porque sentía que su meta en la existencia era la sociedad en sí misma, y de ella, los sectores más conflictivos y olvidados : los pobres, supo llegar a aquellos que viven la monotonía cotidiana sin horizontes y las limitaciones de una cárcel; los que a través de un largo o corto paréntesis de reclusión aspiran a transformar su conducta mostrándose abiertos a rectificar actitudes y cambiar su rumbo, es decir, en afán de cumplir una tarea social positiva, susceptible de hacerse realidad con estrategias y formas apropiadas que alcancen su efectiva acción y tornarse en meta alcanzada.

Era un soñador, un emprendedor, un hombre valiente y humano, que bien creía en la posibilidad de un cambio de la conducta social si se les ofrece a los que la necesitan otros horizontes, para superar la confusión y la frustración, en quienes yacen confundidos y desviados y no advierten el privilegio que supone vivir y trabajar positivamente por la tranquilidad de todos los estamentos sociales de los que está hecha la organización humana. Y no se equivocaba: los estímulos positivos, el ambiente tolerante, la actitud humana comprensiva, fueron sus armas para lograr la transmutación de seres amargados y abrumados por la difícil tarea de existir, por otros que logran convencerse que se puede vivir positivamente, pese a las dificultades y carencias con los que tropiezan a cada paso.

Por esa razón formó una agrupación destinada a cooperar con la tarea rehabilitaria y sensible, la Confraternidad Carcelaria, que se preocupaba de todo ser abandonado y pospuesto socialmente, presentándole la posibilidad de una puerta de comprensión que apele a los sentimientos positivos y a un cambio de la conducta humana. Haciendo esa reflexión mayor: de que la sola apreciación de estar vivos nos plantea la actitud de aprovechar de esa fuente de posibilidades para acceder a otro ambiente mejor, motivaciones sociales trascendentes y así cooperar con la gran tarea de reformar el espíritu de nuestros semejantes.

Al evocar esta faceta fundamental de la personalidad de Jorge Crespo Toral, y su actitud generosa que confiaba en que sí es posible el cambio de la sociedad en base a estímulos oportunos y positivos, creemos que su ejemplo, su nombre, su personalidad extraordinaria y auténtica, deben constituirse en el referente que nos estimule a los ecuatorianos a trabajar por nuestros semejantes y, entre ellos, por los seres más conflictuados y disminuidos de nuestra sociedad. Él nos probó que siempre hay soluciones para los problemas mayores y que la fe, el optimismo y la confianza son las bases para conseguir todo lo que el ser humano se ha propuesto en su periplo por la vida.

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