No soy sino un hombre entre miles de hombres,
si tuviera mañana que morir
nada y todo desaparecería conmigo.
Oh! corazón, isla palpitante de luz
rodeada por la niebla del tiempo,
hoja única abrillantada por la muerte,
la noche desconocida y milenaria
te ciñe como al borde de una lámpara.
Un día la tierra y la hierba
te cubrirán para siempre como a una semilla.
Alguien contestará a tu latido,
a tu pregunta inmortal?
Alma mía irrepetible y sola!
Ahora oigo tu rumor,
como la noche,
como el tiempo y como el mar,
descender por mi cuerpo,
tu tibio coágulo de música
mueve mis manos que escriben en el papel.
Oh sagrada poesía!
Conduce mis pies que regresan
de las llanuras en el crepúsculo,
que han pisado la tierra pegajosa y tenaz
donde duermen los que fueron mis padres.
Toco la cabeza de un niño,
la forma de un seno
o un vaso
y reflejan su imagen solitaria
en las pupilas ciegas que llevo en mis manos.
Pan de mi mesa pobre
que apenas pesa en el paladar
y cae al corazón
con su aroma de siglos.
Amor que endureciste mi miembro
para vencer a la muerte,
de tus entrañas surge la cabeza de un niño.
Alegría qué lejanas tus banderas,
como un fuego en la montaña!".
De La llamada, 1963