Es optimista, sereno, ecuánime. La silla a la que está ligado no le impide disfrutar de la vida. Más bien le ha empujado a desafiar los retos cotidianos, a desenvolver con libertad sus rutinas de carácter personal, de trabajo y de relación familiar, con la sociedad y el mundo
El ingeniero, empresario y deportista Esteban Ortíz Astudillo
De 50 años, Esteban Ortiz Astudillo lleva 32 de andar sobre silla rodante, desde que en 1986 un ebrio chocó violentamente su carro contra el que ocupaba con sus padres y hermanos. Todos sufrieron lesiones, pero él llevó la peor parte y aprendió a asimilar una palabra de connotación inesperada: parapléjico.
Entonces terminaba el último año del colegio Técnico Salesiano y por su excelente rendimiento fue exonerado de las pruebas finales para ser bachiller. Él no olvida la generosidad del padre Rector, Guillermo Mensi, y la comprensión de sus maestros.
De mente positiva, valora más que nadie la vida y prefiere ignorar aquella desgracia: “Soy activo. No caminar no es obstáculo para ponerle ñeque a la vida, con afecto por lo que se hace, agradecido por el infaltable apoyo familiar”, dice el hombre que lleva 22 años casado con María Augusta Goercke, con quien se hizo padre de Isabela, su única hija, de 15 años. Confiesa con humor que los años de soportarse mutuamente prueban la felicidad del matrimonio.
Esteban guía por sí mismo su silla, experto en movilizarse en casa o hasta el automóvil al que sube solo y lo maneja. No es político pero le molestó que hace poco el ex Presidente Rafael Correa acusara a Lenín Moreno, el mandatario en silla de ruedas, de sufrir amarguras y frustraciones por las limitaciones físicas: “Me da pena por él. Amarguras y frustraciones pueden tener personas con o sin discapacidades y el criterio de Correa es propio de quien tiene discapacidades mentales”.
En una jornada de pesca con su padre, Alejandro Ortiz |
Las limitaciones físicas estimulan a vencerlas. Esteban integró la selección de básket de su colegio, campeón del Azuay el año del accidente. Y apenas terminó los tratamientos médicos incurables en Estados Unidos, decidió seguir los estudios superiores y las aficiones deportivas. En 1992 se graduó de ingeniero comercial en la Universidad del Azuay y en 1994 de una maestría en Economía Empresarial en el Instituto Centro Americano de Administración de Empresas (INCAE).
El deporte estuvo en su vida juvenil y luego, compitiendo en pruebas de atletismo en silla olímpica, ubicándose segundo en la prueba brasileña de San Silvestre en 1989. En 1992 fue a competir en los Juegos Paralímpicos de Barcelona, España, de igual a igual con deportistas del mundo. En junio pasado fue primer puesto en su categoría en la carrera Últimas Noticias, de diario El Comercio.
Actualmente preside el Club Paralímpico de Discapacitados del Azuay, por el que obtuvo el vice campeonato nacional en básket sobre ruedas y este mes estará en un evento similar. Juega tenis, tenis de mesa, bucea, hace hands cicle (ciclismo con las manos) y gusta de la pesca, de volar ultraligeros o jugar naipes con amigos suyos y de su padre. También es aficionado al tiro. De torneos mundialistas de tenis, trajo trofeos de Italia, Turquía, Sudáfrica e Inglaterra.
Esteban es Gerente General de Importadora Espacri, empresa que comercia varias marcas de cámaras fotográficas e insumos del ramo a nivel nacional. En su oficina en la segunda planta de la Foto Ortiz, a donde llega por un ascensor acomodado expresamente, lo que más reluce son diplomas, medallas y trofeos que dan cuenta de tantos logros deportivos.
También, fotos en jornadas deportivas, con autoridades y amigos, o recibiendo los premios logrados en el país y fuera. Son la mejor promoción de las artes fotográficas de las que Alejandro, su padre, y sus tíos y abuelos, tienen una tradición pionera e histórica de más de un siglo.
Esteban con su esposa María Augusta y su hija Isabela.
Una pequeña muestra de las decenas de trofeos deportivos.