Hay que meditar en que la forma de actuar de la gente que está en esos sectores siempre fue familiar y confiable, obedeciendo a ese ambiente de armonía y paz que se traduce en estos puntos tan importantes
Hay una serie de acontecimientos y de hechos que a veces son protagonizados por la población de las zonas fronterizas ecuatorianas que, por la rutina, el exceso de gente que entra y sale del país, no merecen una actitud más detenida y minuciosa por parte de quienes trabajan en nuestras fronteras del norte y sur del país.
Alguien decía que los nuevos fenómenos sociales que han deparado las migraciones de un país a otro, el grado de atención que todos esperamos que sea de esa calidad entre Colombia y Ecuador, Colombia y Perú que merece cada uno de los casos que se presentan en frontera, tienen suma importancia en lo referente a la convivencia pacífica que demandan los países de la región.
Hay que meditar en que la forma de actuar de la gente que está en esos sectores siempre fue familiar y confiable, obedeciendo a ese ambiente de armonía y paz que se traduce en estos puntos tan importantes.
Sin embargo, hechos inesperados que jamás supusimos que sucedan, han cambiado el clima entre naciones hermanas: y entre ellos podemos resaltar la presencia de gente que quiere emigrar a otro lugar, por razones económicas y de trabajo; por la desintegración que supone, a veces, que la unión matrimonial deba deshacerse y hasta causas de salud y tensiones emocionales, llevan a la gente a tratar de emigrar a otros ambientes.
En el caso de Colombia y Perú, vecinos históricos nuestros, han cambiado las causas para que se den esas resoluciones y ellas demandan prontitud y atención imprescindible de las autoridades de frontera. Claro que en la región sudamericana predomina un ambiente de amistad y cordialidad, pero hoy por la seguridad de cada nación se recomienda un proceder positivo, detenido en los detalles de las diferentes solicitudes o permisos, con la seguridad y prontitud que a veces se requiere.
En todo caso, todos los latinoamericanos que vivimos en Sudamérica y también en Norteamérica tenemos afirmado nuestro criterio de estar en nuestra patria y a la vez, ser parte de una región privilegiada en cuanto a naturaleza y ubicación geográfica, dimensionada por las características y peculiaridades de cada uno de los países hermanos, y siempre con el sentido de hermandad y amistad basado en el común origen, similar ambiente y formas de vida identificados con la democracia.
¿Lograrán algún día este privilegio quienes todavía están sometidos a otro sistema totalmente opuesto, como es el caso e Cuba? El tiempo y los aciertos de sus líderes lo dirán.