El caudillismo es anticuado; el populismo es anticuado; el comunismo es anticuado; el nazifascismo es anticuado. Ojo: No confunda lo anticuado con lo antiguo. Recuerde que el Liberalismo y la democracia son antiguos; pero, de ninguna manera, son anticuados…
Caudillismo latinoamericano + estalinismo = castrismo. ( Si usted lo prefiere, Revolución Cubana. Irremediable socialismo del siglo XX, desde luego.) Caudillismo latinoamericano + bastante castrismo + bastante nacionalismo + algo de nazifascismo + una pizca de democracia = chavismo. (¡Qué mezclita! Nos da el Socialismo del Siglo XXI por antonomasia; el de marca mayor, el supremo.) Caudillismo latinoamericano + bastante chavismo + algo de indigenismo + algo de ecologismo = correísmo. ( Por otro nombre, Revolución Ciudadana.) Caudillismo latinoamericano + mucho indigenismo + algo de chavismo + algo de ecologismo = evismo. ( No digamos moralismo; que es muy otra cosa. Pero, sí podemos decir Segunda Revolución Boliviana. La primera fue la de 1952.) Caudillismo latinoamericano + mucho subdesarrollo + bastante castrismo = orteguismo. ( Algunos despectivos lo llaman Socialismo Bananero. Si usted quiere ser cortés o clásico, llámelo Revolución Nicaragüense.) Caudillismo latinoamericano + peronismo + algo de chavismo = kirchnerismo. ( Modelo Argentino, según la denominación de sus hacedores.)
Bueno, ¿y cuál es el componente esencial de todos estos bodrios ideológicos? Obviamente, el caudillismo latinoamericano. Añadamos, aquí, que el primer componente secundario – que todos tienen en mayor o menor medida – es, genéricamente, el populismo. Por lo tanto, todas las fórmulas -- menos la cubana – se pueden reducir a una sola, más sencilla: caudillismo latinoamericano + populismo + la yapa = Socialismo del Siglo XXI. Ya usted la vio: Es la fórmula del título.
Poca falta hace decir que la yapa la constituyen todos los componentes de tercera importancia; que ya fueron mencionados. ( Indigenismo, ecologismo…) ¿Y con qué se come eso? – nos pregunta, en este punto, alguien que está a nuestro lado. / Espere… -- le respondemos. No está aún para comerlo. Hay que ponerle, primero, la sal y la pimienta…/ ¿Hay, todavía, una sal y una pimienta…? / Sí. Son éstas: mucha incoherencia, mucha mentira, bastante tontería, bastante locura, conducta estrafalaria, folclorismo, gramscismo, trotskysmo, orwellismo, gatopardismo, un poco de realismo mágico, un poco de superstición, un poco de necrofilia, un poco de fútbol… / ¿No es demasiado? / No. Todavía es manejable… / ¿Manejable? / Sí. Mézclelo todo, con un remo, en una de esas grandes pailas del Infierno. Fuego fuerte, por favor, por un buen rato. Sígalo mezclando. ¡Ya está! Ahora, sírvalo, calentito, en generosas porciones, en calles, plazas, estadios, campos y playas. Cómalo – usted me preguntaba – con canguil o con arepas. Y acompáñelo con una bebida: el jugo de naranjilla, la Coca-Cola y la cerveza le vienen bien; el aguardiente de caña le resulta perfecto…
Siguen las interrogaciones. / Entiendo… ¿Pero, hay algo de nuevo en todo esto? / ¿Nuevo? Nada. Algo de novelero y de novelístico, quizás… Y, junto con ello, mucho, mucho, de anticuado…/ ¿Anticuado? ¿Seguro? / Completamente, seguro: El caudillismo es anticuado; el populismo es anticuado; el comunismo es anticuado; el nazifascismo es anticuado. En cuanto a los elementos menores, el gramscismo es anticuado; el realismo mágico es anticuado… Ojo: No confunda lo anticuado con lo antiguo. Recuerde que el Liberalismo y la democracia son antiguos; pero, de ninguna manera, son anticuados… / ¿Y podría usted aclararme aquello de novelero? / Si me escucha con un poquito de paciencia, sí… / Lo haré. / Entonces, ahí va.
Mire, los socialistas veintiuneros han abandonado, aparentemente, la doctrina marxista de las estructuras. (La estructura de la producción – economía – establece y regula todas las superestructuras: política, religión, justicia, actividad intelectual, arte… Nosotros le llamamos, a esta doctrina, determinismo económico.) / ¿Dijo aparentemente? / Sí. Porque el mundillo ideológico del Socialismo del Siglo XXI está tan abarrotado, y es tan neblinoso, que nadie puede moverse, en su interior, con facilidad y desembarazo. Para saber lo que importa, allí, sólo nos queda un recurso: Juzgar por las insistencias verbales y la dirección de los pasos de los miembros influyentes… / Así, debe ser… Adelante, por favor.
Avancemos. Una de las más frecuentes insistencias de los veintiuneros es aquella de los poderes fácticos. Es la teoría que ha reemplazado a la descartada de las estructuras. Los poderes fácticos son tres: (1) el poder económico; (2) el poder político; y (3) el poder ideológico o poder de la opinión. (Esto, no tiene nada que ver, desde luego, con los tres poderes gubernativos de la república.) Para que la revolución triunfe, -- dicen los revolucionarios – se debe controlar completamente los tres. Sólo así, se ganará la guerra… Si triunfan los medios, -- periódicos, revistas independientes, etc. – se la perderá… (La última sentencia pertenece a Ernesto Laclau; un neomarxista argentino; profesor de la Universidad de Essex, Inglaterra. De pasada, a los veintiuneros les encanta las metáforas marciales. Es que creen que la política es la continuación de la guerra…; que es un franco, abierto y permanente conflicto; el mismo que no puede superarse, de ninguna manera, con el engañoso e hipócrita consenso burgués…) … / Le estoy siguiendo… Otra vez, adelante.
Veamos el punto 1. El poder económico – considerado el poder clave; rezago marxista – no se lo controla directamente; sino, a través de los empresarios aliados o alquilados. (Es el capitalismo de los amigos. Ejemplo cumbre: Gustavo Cisneros Rendiles, en Venezuela; el hombre más rico de la América del Sur. Claro que Chávez y el mismo Cisneros han negado este hecho. Pero, -- ya se sabe – en la guerra, el ocultamiento y la mentira son parte de la táctica…) Punto 2. El poder político. En el orden cronológico, es el primero que hay que conquistar. Se lo gana usando los mecanismos democráticos. (Manipulando, inescrupulosamente, los mecanismos democráticos; serían, a propósito, unas palabras más duras y mucho más exactas.) Se lo consolida con la purga de las Fuerzas Armadas, con la subordinación de la Legislatura y la Justicia, con la creación del partido único, con la formación de los comités de base (barriales), con el fortalecimiento de los servicios de inteligencia (espionaje y delación)… Punto 3. El poder ideológico. Es el poder de la información, de la opinión y de la propaganda. Según los veintiuneros, está “monopolizado” por los medios independientes. (Los cuales manejan las cabezas de la gente de acuerdo a su gusto y a su conveniencia. Ahora, comprenderá usted a Laclau.) ¿Y se acuerda usted – con respecto a todo esto – que Hitler ganaba elecciones, que puso la gran industria alemana al servicio de sus guerras, que controló la prensa y las universidades, que creó una propaganda eficacísima? Bueno, ¿de dónde cree usted que salió esta doctrina de los poderes fácticos? Pues, nada menos que del neonazifascismo. (Compruébelo. Mire usted lo que hay, en INTERNET, sobre Norberto Ceresole; un neofascista argentino mentor y amigo de Hugo Chávez.)
¿Y la dirección de los pasos? / Bueno, ¿sabe usted adónde quieren ir los veintiuneros? / No. / Pues, a una especie de dictadura totalitaria. Nada menos. / ¿Y cómo? / Mediante un programa gradual. ( O eso que ha dado en llamarse “el libreto”. Fue acordado por Chávez y Castro en el 2004; después del abortado golpe que se le hizo al primero.) Se lo puede resumir en pocas palabras: elecciones ganadas, constituyente, constitución, control político, control económico, control ideológico… Esto es lo que los interesados llaman la “experiencia venezolana”; que ha sustituido a las viejas recetas leninistas de los cubanos. (¿Pensaba Fidel Castro en tales cosas, cuando dijo que su propio modelo ya no funcionaba…? ¿Lo que ahora “funciona”, en cambio, es el plan de Chávez? Quizás.) ¡Listo! ¡Manos a la obra! En eso estamos. / ¿Y los veintiuneros – como usted dice – conseguirán sus objetivos? / No lo sé. Adivine, adivinador…