Por: Rolando Tello  Espinoza

Joaquín Zamora Barrezueta jamás se hizo problema de nada en la vida, matizada por chispeante humor e indiferencia por las cosas serias del común de los mortales. Nació en julio de 1926 y murió el 26 de agosto pasado. Lector empedernido de literatura y temas políticos en los años juveniles, fue de los primeros jóvenes izquierdistas de Cuenca, con Francisco Estrella Carrión, Manuel María Muñoz Cueva, Eugenio Moreno, Antonio Lloret, Teodoro Vanegas y sobre todo Efraín Jara Idrovo, su fraterno amigo que falleció en abril pasado y cuyo velatorio fue el último acto público al que asistió antes de morir él también. “Siempre fui vital, despreocupado, mi mayor aspiración ha sido no tener dinero, me gusta la vida austera, sencilla, desprendida, sin causar daño a nadie”, confesó al autor del presente reporte el hombree que fue padre, abuelo y bisabuelo. Una entrevista en 2005, vale reproducirla en su homenaje, para que los jóvenes de hoy valoren a alguien que, sin pretensiones vanidosas, fue un hombre inteligente y agradable, que vivió con sinceridad, con entereza y sobre todo con humor… Lo que cuenta, además, muestra cómo pensaban y actuaban los jóvenes de las apacibles décadas de mediados del siglo XX, presagiadoras de impulsos precursores de la entonces insospechada actualidad

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