Error cotidiano en los noticiarios es hacer que concuerde el verbo con el complemento directo: “Muy pronto se encerrarán a todos los corruptos”, una leve incorrección gramatical que no ha permitido hasta ahora encerrar a los corruptos

A menudo se oyen quejas sobre la calidad de los programas en la televisión ecuatoriana, debido a la trivialidad, la crónica roja, el escándalo. Con irrespeto a los derechos animales, suele escucharse que los programas son de a perro en cuanto a la calidad de los noticieros, nombre dado erróneamente a los noticiarios en Cuba, Venezuela y en otros países de la región, según anota la venerable Academia.

De seguro, el lector querrá saber por qué se ha empleado el adverbio “erróneamente”. Bastará recordar que la palabra noticiero es adjetivo, aplicable a la persona, al espacio o al medio dedicados a difundir noticias; como adjetivo, posee variación de género: programa noticiero, jornada noticiera. Noticiario, en cambio, es un sustantivo de género masculino, derivado de la palabra noticia mediante el sufijo ario que añade la idea de conjunto. En general, designa a un programa que ofrece noticias del momento por la radio o por la televisión; entonces, es correcta la frase: “Esta mañana lo he escuchado en los noticiarios de La Voz del Tomebamba y de Ecuavisa”.

Es necesario considerar que en el primer párrafo se desliza también una imputación a todas luces injusta dirigida a los noticiarios, de los que se espera objetividad, veracidad, transparencia e imparcialidad. Pero lo frívolo o lo trascendente de los hechos no son atribuibles a los medios sino a la sociedad a la que pertenecen. Si no hubiera sido a través de ellos, vaya a saberse de qué modo nos hubiéramos enterado de que en el Ecuador es el Presidente de la República quien ejerce la presidencia. De seguro que esta información no constituiría notica en otra parte del mundo moderno, afectado por la falta de libertad informativa; tampoco lo sería la afirmación categórica, dada por la Presidenta del Consejo de la Judicatura, de que en su período “no se venden las notarías”, una aseveración curiosa que volverá a motivarle al señor Correa para burlarse de ella, tal como pocos días atrás lo hizo al recordarle que en español no existe el verbo aperturar.

Por supuesto, a los habitantes de otras latitudes, no necesariamente marcianas, les resultará muy difícil imaginar cierto tipo de informaciones acerca de hechos insólitos que penden de la línea equinoccial que nos da nombre y renombre. Por esa vía se contaba hace poco de un hombre secuestrado que había permanecido una semana en cautiverio con los pies maniatados. Plausible delicadeza periodística la de omitir otros detalles a fin de no herir la susceptibilidad del oyente, pues no es descabellado pensar que, llevados por la ignorancia, los secuestradores también lo habrían retenido con los ojos amordazados y los labios vendados.

Es lamentable que estos hechos hayan desviado el cauce de este comentario, cual era referirse esta vez al mal empleo idiomático, al confundir las oraciones impersonales y las pasivas reflejas. Se trata de frases cotidianas al estilo de “En todas partes se cuecen habas”. En una era anterior a la de los másteres y los magísteres, aquellas eran estudiadas y practicadas en las aulas escolares. ¿Por qué el viejo refrán dice “se cuecen habas” y no “se cuece habas”? Esa es la cuestión.

Cualquier antiguo escolar respondería afirmando que es una oración pasiva refleja (reflexivo “se” más verbo en voz activa más sujeto paciente). Es igual a que se dijera: “habas son cocidas”. El ciudadano común demuestra su competencia lingüística cuando cuelga un aviso en el balcón: “Se arriendan dos departamentos”. Si el interesado demoró en llamar, la mujer del propietario le contestará: “Lo lamento, ya se arrendaron”. Los niños se expresan bien cuando exclaman apesadumbrados: “Se acabaron las vacaciones”. Pero no es así de fácil para algunos personajes que nos iluminan desde la pantalla: “se comprobó varias irregularidades en el IESS”, “Se intensificará los controles en toda la ciudad”.

Aunque parecidas, hay ciertas oraciones impersonales que se construyen con “se” más el verbo más el complemento directo; es decir, carecen de sujeto: “Muy pronto se encerrará a todos los corruptos”. Error cotidiano en los noticiarios es hacer que concuerde el verbo con el complemento directo: “Muy pronto se encerrarán a todos los corruptos”, una leve incorrección gramatical que no ha permitido hasta ahora encerrar a los corruptos.

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