La familia de Fayez Banihammad, nacido en Emiratos Árabes, aún expresa el horror que sintió al enterarse de que él era uno de los terroristas que secuestró el vuelo que se estrelló contra la Torre Sur. Había desaparecido sin dejar rastro y su familia no supo de él hasta cuando vio la noticia
Donde las Torres Gemelas, iconos de la ciudad de New York, se asentaban hasta la fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001, existen hoy dos fuentes gemelas impresionantes, diseñadas por los arquitectos Michael Arad y Peter Walker, quienes ganaron el concurso público convocado por la ciudad. El proyecto se inauguró en el 2011 y ahora, al cumplirse 20 años de los ataques, estas fuentes continúan impactando. Su nombre oficial es ‘Reflecting Absence’ porque hacen reflexionar acerca de la ausencia y el vacío que dejaron las víctimas; la ausencia se refleja en el agua que cae a 30 pies de altura, descendiendo hacia un pozo que representa el vacío ya que nunca se llena.
Las fuentes están enmarcadas por una estructura de placas de bronce con los nombres de las 2.983 víctimas que murieron en todos los ataques. La Fuente Norte incluye 1.470 nombres de quienes murieron en la Torre Norte, 87 nombres de quienes estaban en el avión que impactó dicha torre, y 6 nombres son de los muertos por la bomba terrorista que explotó en el sitio en 1993 como aviso del horror que sobrevendría 8 años después. La Fuente Sur incluye, por su lado, 441 nombres de los rescatistas que acudieron al sitio, 694 de quienes murieron en la Torre Sur, 175 nombres de quienes estaban en el avión que impactó dicha torre, 59 nombres de quienes estaban en el avión que impactó el Pentágono, 125 nombres de las víctimas del Pentágono y 40 corresponden a quienes murieron en el vuelo que se estrelló en Pennsylvania cuando sus pasajeros y tripulantes lucharon por tomar el control del mismo, impidiendo que el avión cumpliera su objetivo de atacar el Capitolio, según testimonio posterior de miembros de Al-Qaeda.
La administración del sitio se encarga de poner una rosa blanca sobre el nombre de la víctima cada año en la fecha que hubiese sido su cumpleaños, símbolo de que no se le olvida. Los nombres no fueron inscritos al azar, sino agrupados según como las víctimas se relacionaron en vida. Así, los nombres de personas que trabajaban en la misma oficina permanecen juntos, al igual que están agrupados los de la gente en los aviones, los de los rescatistas, etc. La paz que inspira el suave correr del agua se mezcla con el dócil rumor de las hojas de los árboles que rodean las fuentes, traídos desde los otros lugares atacados para hacerle compañía al peral conocido como Árbol Sobreviviente, ya que fue hallado al retirar los escombros como el único que había quedado en pie si bien estaba en pésima condición. Fue retirado del lugar porque aún estaba vivo y cuidado hasta que pudo recuperarse para volver a ser trasplantado a su sitio de siempre.
Además, 6 grandes monolitos que representan la fortaleza están ubicados en el sitio para hacer homenaje a quienes hoy están enfermos o han fallecido ya, víctimas de los desórdenes sobre todo respiratorios causados al haber sido expuestos a los tóxicos que aspiraron por el desplome de las torres.
Este es el aspecto externo de la Zona Cero, hoy convertida en un bello homenaje a las víctimas. El museo interior, ubicado debajo de las fuentes, merece otro artículo.
Los 20 años de los ataques se recuerdan con un acto especial este 11 de septiembre con la proyección de una torre de luz que evoca las Torres Gemelas; el fondo ‘Nunca Olviden’ recibe donativos permanentes para educar a las nuevas generaciones sobre el terrorismo y sus devastadores efectos. Está también el Muro para Recordar, una plataforma digital para quienes deseen publicar su tributo personal a un ser querido o dar su testimonio.
La principal lección de este sitio es la capacidad de resiliencia del pueblo estadounidense y la necesidad del mundo de no caer en discursos de odio. Es muy decidor que la familia de Fayez Banihammad, nacido en Emiratos Árabes, aún exprese el horror que sintió al enterarse de que Fayez era uno de los terroristas que secuestró el vuelo que se estrelló contra la Torre Sur. Fayez había desaparecido sin dejar rastro y su familia no supo de él por años hasta cuando vio la noticia. La profunda tristeza de sus padres es por haber perdido a su hijo pero también por ver perdida la religión que inculcaron en Fayez: el Islam que concibe la paz, no la guerra santa, fruto del pensar extremista que se toma la vida de inocentes que nada tienen que ver con la cadena de odio que el poder mal usado crea; esta es la lección clave.