por: Ángel Pacífico Guerra
La empresa eléctrica en agosto cumplió veinte y tres años y la salida de su principal personero en tiempos preelectorales coincidió con la denuncia, retractada, del Presidente de la República, acusando a políticos corruptos de pedirle cargos y administrar el sector eléctrico
Hablar de electricidad en Cuenca es hablar de fuentes de agua con las que la naturaleza ha dotado de belleza, poesía y fuerzas productivas a los paisajes encantados por cuatro ríos, privilegio que pocas ciudades en el mundo pueden disfrutarlo.
Desde el 14 de agosto de 1914, cuando Roberto Crespo Toral deslumbró a Cuenca con los primeros focos en el parque Calderón, el austro del país ha aportado al desarrollo eléctrico en forma ejemplar, aprovechando cauces y humedales para ampliar la generación con reservorios y tuberías conectadas a casas de máquinas cada vez de mayor potencia.
El complejo hidroeléctrico del río Paute, en Guarumales y sitios próximos, donde grandes obras de ingeniería domaron a la naturaleza mediante la técnica, la inteligencia y la mano humana, es parte de la vocación del austro ecuatoriano en la investigación y el uso de las fuentes de agua para generar energía renovable y limpia.
Lo anterior viene a propósito de haberse cumplido el 27 de agosto veinte y tres años de la empresa Elecaustro, desde que se escindió la Empresa Eléctrica Regional Centro Sur –cuya historia viene de julio de 1959, antecedida de décadas también históricas-, con obras como las de Saucay, Saymírin o las presas de Dutasay, Chanlud y El Labrado. Y también con el recuerdo de personajes referentes en el desarrollo de la electrificación regional, desde Arturo Salazar Orrego, primer gerente de la empresa Miraflores, antecesora de la Regional Centro Sur; Daniel Palacios Izquierdo, Fernando Malo Cordero y Daniel Toral Vélez, visionarios que, al margen de la política que hoy amenaza al sector eléctrico, actuaron con patriotismo por el bienestar común. También debe asociarse en este punto al Centro de Reconversión Económica (CREA), a Enrique Arízaga Toral y Emmanuel Martínez Palacios, ciudadanos conservadores, pero políticos honestos.
En los últimos diez y siete años de los 23 de Elecaustro, el nombre de Antonio Borrero Vega amerita sumarse a los de los gestores de proyectos de generación emblemáticos, lastimosamente removido de la gerencia de Elecaustro cuando ejecutaba obras para aprovechar nuevas fuentes de generación, con los proyectos Soldados Yanuncay y el eólico Huascachaca, y convertir la fuerza del viento en kilovatios. En su administración se ampliaron y modernizaron las viejas centrales, se construyeron nuevas y se cuidaron las cuencas hídricas. La transacción política sería causa de su remoción, coincidente con la etapa electoral y con expresiones del Presidente de la República que, semanas atrás, acusó hasta de ladrones a asambleístas que le pedían cargos públicos e injerencia en áreas estratégicas. El mandatario se retractó, pero la remoción evidenciaría un canje de votos, mientras algo similar se prevé en la Eléctrica Centro Sur.
El caso muestra la persistencia del centralismo y el chantaje político, sin respetar ni oír el pensamiento y las voces de los azuayos, dejando para la historia de la electrificación regional un hito negativo, acusador. El homenaje que sectores industriales, académicos, ciudadanos, rindieron a Antonio Borrero el 15 de septiembre, hace justicia al ciudadano y profesional por su gestión reconocida.