Encañonado de La Dolorosa, paraje ideal para la diversión de los turistas

Al antiguo pueblito de aborígenes shuaras llegaron en el siglo XIV los primeros españoles y al inicio del siglo XIX los salesianos, seguidos luego por colonos de Azuay, Cañar y Loja que impulsaron el desarrollo de la ciudad que festejó 79 años como cantón

Ecuador tiene parajes paradisíacos con atributos humanos y naturales poco conocidos más allá de sus propios linderos. Gualaquiza, en la provincia de Morona Santiago, que acaba de cumplir 79 años de su fundación cantonal, es uno de ellos.

El pueblo lleva el nombre desde el siglo XIV, cuando asomaron los conquistadores españoles en busca de oro y descubrieron a más del precioso metal en sus ríos, una geografía cautivante al pie de cordilleras imponentes que más tarde se llamarían Oriental y del Cóndor. La presencia religiosa ha fomentado la educación desde 1815, con el primer cura salesiano en el lugar, José Prieto, cuyo nombre se impondría al aeropuerto de 2.078 metros de extensión. El cantón fue creado en 1944 como parte de la provincia de Zamora y en 1953 se integró a Morona Santiago.

 Mujeres turistas con atuendos shuar y al fondo una vivienda aborigen

Del 28 de julio al 16 de agosto la ciudad amazónica desarrolló eventos promocionales por el aniversario. Su alcalde, Francis Pavón, estuvo en Cuenca antes del inicio de los programas, para interesar a los azuayos por los festivales, actos culturales, exposiciones y más eventos. Gualaquiza, originariamente población de aborígenes shuaras, desde antes de su cantonización atrajo a familias de las provincias de Azuay, Cañar y Loja, colonizadores de una zona oriental con grandes recursos ganaderos y agrícolas.

Gualaquiza, la cabecera cantonal con diez parroquias rurales, tiene 2.151 kilómetros cuadrados de superficie, entre la parroquia San Juan Bosco al Norte, al sur la provincia de Zamora, al este el Perú y al oeste Azuay. El 55% de la provincia es de bosques nativos madereros y el 30% de pastizales para la ganadería. Lo demás son zonas agrícolas de variada y rica producción y las poblaciones urbanizadas.

El Alcalde Pavón informó que la ciudad dispone de 600 plazas diarias para alojamiento y de guías locales y nacionales certificados para el turismo, cuyos principales atractivos son el Encañonado de la Dolorosa (un lugar ideal para tomar fotografía), el área ecológica de conservación Runahurco, para turismo científico, observación de flora y fauna, bajo administración municipal, con ingreso gratuito, los centros Bio Shuar y Tsunki Chiriap, para turismo cultural, el Rio Cuyes para rafting, y otros.

La gastronomía de Gualaquiza ofrece exquisiteces elaboradas con productos de su propia agricultura y de la riqueza pecuaria y de los criaderos de especies originarias de la selva predominante en su geografía: el ayampaco es el afamado plato típico elaborado con yuca, pescado e ingredientes vegetales de cultivos nativos.

Un grupo tradicional se presenta en la Gobernación del Azuay

La delegación a Cuenca que presidió el Alcalde Pavón integraron concejales, representantes de organizaciones culturales y grupos de música y danza del cantón, que actuaron y fueron aplaudidos por los cuencanos en el parque Abdón Calderón. El Alcalde se reunió con autoridades de Cuenca y del Azuay y ofreció una rueda de prensa en la Gobernación del Azuay, en cuyos corredores se exhibió productos originarios del lugar, así como información relacionada con los atractivos turísticos.

 El alcalde de Gualaquiza, Francis Pavón, promueve en Cuenca el turismo de su ciudad.

El principal problema del cantón amazónico es su aislamiento por la precariedad de las vías carrozables. Está a 180 kilómetros de Loja, a 146 kilómetros de Cuenca y a 217 de Macas, la capital de Morona Santiago. Un viaje de pasajeros de Cuenca a Gualaquiza demora entre siete y ocho horas, por la ruta Gualaceo, Limón, Indanza, Gualaquiza. Al aeropuerto no llegan vuelos nacionales y sólo sirve para la conexión con pueblos remotos de la amazonia, que a estas alturas del siglo XXI no tienen carreteras de acceso carreteras y sus habitantes aborígenes viven aislados.

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